Cómo empezar cada plegaría
Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. (Jn 16, 7)
Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado. (Jn 16, 5-11)
La Iglesia está viva cada día por el Espíritu Santo. Este último es el consuelo de nosotros los creyentes, que sabemos que la Justicia prometida por Jesús está ya actuando en este mundo y en nuestras vidas. He aquí por qué, con la ayuda del Espíritu Santo, podemos ser fuertes en las dificultades que encontramos. Recordémonos, pues, de empezar cada momento de oración pidiendo al Señor la bendición del Espíritu Santo.