Cansados y oprimidos
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera. (Mt 11,30)
En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera». (Mt 11,25-30)
Para ser pequeños, es decir, pobres de espíritu y dóciles a la voluntad de Dios, hace falta ser conscientes de los límites que tenemos como criaturas. Por eso el pobre de espíritu, al ser consciente de que tiene la ayuda de Dios, acepta dócilmente las cruces que se presentan en su vida. Santa Catalina de Siena, patrona de Italia junto a san Francisco, era consciente de sus límites y por eso se sentía honrada de haber desposado a Cristo y aceptaba con gusto todas las humillaciones que sufría. Confiemos sinceramente en el abrazo consolador de Dios cuando nos sintamos cansados y oprimidos.