Actos de devoción
¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan? (Mt 9, 14)
Los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan». (Mt 9, 14-17)
No tenemos que hacer los actos de devoción, entre los cuales el ayuno, para sentirnos mejores que los demás. De hecho, su propósito es el de acercarnos más a Dios y a su voluntad. Una parte de los fariseos y de los seguidores de san Juan Bautista juzgan insuficiente la fidelidad a Dios de los discípulos de Jesús porque no ayunan como ellos. Jesús responde que sus discípulos no tienen necesidad, por el momento, de hacer actos de devoción porque, gracias a su presencia, Dios les habla directa y plenamente manifestando su voluntad. Busquemos siempre la voz de Jesús, para llegar a hacer su voluntad.