Santa Cecilia por Ermes Dovico
FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Acogida aparente

Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo. (Lc 6,43)

«Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. ¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo? Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa». (Lc 6,43-49)


Si acogemos a Jesús solo aparentemente, las pruebas y las persecuciones, inútiles para Dios pero necesarias para nosotros porque nos ayudan a entender la profundidad de nuestra fe, barrerán cada buena intención que sea meramente humana, porque tales pruebas puedan ser vencidas solo si tenemos la voluntad de amar y fiarnos del Señor, antes incluso de entenderlo. Un ejemplo: María y José colaboran con los proyectos de Dios superando todo tipo de pruebas. Cuando les llegaba un mensaje divino, obedecían con el deseo de amar al Señor antes que entender a dónde los habría conducido. Señor, ayúdanos a acrecentar en nosotros una fe sincera, para poder cumplir siempre Tu voluntad.