Santa Inés de Montepulciano por Ermes Dovico
LA GUERRA

Ucrania, detenerse antes de que sea demasiado tarde

Aún más armas para Ucrania, más combustible sobre el fuego de la guerra, mientras Rusia advierte del riesgo de una Tercera Guerra Mundial. Todo el mundo está exaltado con la guerra, hablar de negociaciones y de paz se ha convertido en un tabú. Una alternativa es posible, pero debe haber voluntad y el gobierno ucraniano también debe hacer su parte.

Internacional 28_04_2022 Italiano English

Más armas y en tiempos más rápidos para Ucrania. Este es un resumen de lo que surgió de la reunión de representantes de 40 países que se dieron cita en la base estadounidense de Ramstein, en el suroeste de Alemania. Y justo para la ocasión, Alemania marcó un vuelco en su política, anunciando el envío de 50 tanques antiaéreos a Ucrania. Todo mientras el gobierno británico dice que es lícito que las fuerzas ucranianas ataquen territorio ruso con armas suministradas por el Reino Unido, después de que el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Lavrov, advirtiera sobre el riesgo de una Tercera Guerra Mundial. Y luego, en respuesta al gobierno británico, el ruso dijo que entonces, con el mismo razonamiento, Rusia tiene derecho a golpear a los países de la OTAN.

Por tanto, todo habla de guerra, de aún más guerra, seguimos echando leña al fuego, realmente nadie parece dispuesto a buscar una solución a este conflicto que no sea militar. Las imágenes de la población ucraniana que sufre y paga por esta guerra parecen funcionales solo para aumentar el consenso en torno a la decisión de los gobiernos europeos de flanquear al gobierno ucraniano contra el ruso. El sentimiento muy concreto es que, en realidad, de la población ucraniana poco importa, ni en Bruselas, ni en Washington, ni siquiera en Kiev, ni mucho menos en Moscú.

Así lo demuestra la actitud hacia los prófugos que escapan de Ucrania que, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, han alcanzado la cifra de 5 millones 200 mil (el 13% de toda la población ucraniana, y podrían llegar a superar los 8 millones). Pues bien, la carga de esta masa humana pesa casi exclusivamente sobre los países vecinos de Ucrania, con Polonia a la cabeza, que acoge a unos 3 millones. Otro medio millón está en Hungría, 800 mil en Rumanía, etc. Bueno, el presidente ucraniano Zelensky nunca apela por ellos ni agradece a los países que están haciendo todo lo posible para ayudarlos; y desde Bruselas no sólo no llegan ayudas a estos países, sino que incluso se hace todo lo posible para golpear económicamente a Polonia y Hungría, por las conocidas razones ideológicas (además, el patriotismo exaltado por Ucrania, se convierte en cambio en una amenaza si se compara con Polonia y Hungría).

En todo caso, el aspecto más grave y preocupante, como ya hemos tenido oportunidad de escribir, es precisamente la falta de sujetos que tengan la voluntad y la capacidad de encontrar un camino que conduzca al fin inmediato del conflicto. Tanto entre las partes directamente involucradas, como entre los países que están interesados ​​de una forma u otra. Ya han sido dos meses de combate, de destrucción, de muerte, de violencia y la perspectiva es que continúe por mucho tiempo, con el riesgo de que se amplíe también el campo de batalla. De hecho, ya debería ser evidente que la guerra no es una cuestión entre Rusia y Ucrania, sino más bien entre Rusia y la OTAN (Estados Unidos a la cabeza) que están jugando una partida de geopolítica en el territorio de Ucrania (por el momento).

Es necesario cambiar de rumbo antes de que sea demasiado tarde. Para llegar a una negociación hay que dar pasos previos, posiciones que hay que expresar públicamente. Mientras tanto, dar ciudadanía a las razones del oponente, lo que no significa justificar, sino simplemente entender lo que quiere y luego identificar donde se puede llegar a un acuerdo, el punto de composición de los diferentes intereses. Negar que Ucrania es una nación y que tiene derecho a un Estado soberano, por un lado, y la censura de cualquier posición que no sea el “Putin criminal” por el otro, significa querer que el diálogo ni siquiera comience.

Luego deben ser claros los objetivos que se marcan. ¿Cómo encontrar un punto de encuentro si no está claro hacia qué objetivo me dirijo? Hace algunas noches, hablando en el programa Otto e mezzo (Ocho y medio) de La7, el director de Limes, Lucio Caracciolo, dijo con razón que todavía no sabemos el objetivo del gobierno ucraniano, lo que realmente quiere. Las intenciones de Rusia están declaradas desde el principio: el objetivo político, el cambio de gobierno en Kiev, parece haberse desvanecido; así también será problemático romper el vínculo entre Ucrania -o lo que quede de ella- con Estados Unidos; pero el objetivo militar es claramente tomar el control del Donbass y la franja de tierra que lo uniría a Crimea, incluso si un mayor interés en ocupar la franja sur de Ucrania para unirse a Transnistria, el área de habla rusa de la Moldavia donde ya ha saltado la alarma en estas horas.

¿Pero Kiev? ¿Qué pretende en este punto? Se habla mucho de la posible derrota de Rusia, pero ¿cómo debe traducirse concretamente? La respuesta es importante, dijo con razón Caracciolo, porque la Unión Europea y la OTAN apoyan a Kiev y es importante saber cuál es el objetivo, tenemos derecho a saber al menos por qué luchamos y para qué se envían armas. Estados Unidos ya ha dado su opinión de alguna manera: hacer que la guerra dure el mayor tiempo posible para debilitar a Putin (incluso para Rusia, la idea de un cambio de régimen inmediato parece fuera de la realidad). Un objetivo cuestionable dado que es la población ucraniana y Europa quienes pagan los intereses de Washington.

Pero a un cierto punto, ya sea mañana o dentro de un año, se tendrá que poner fin, se tendrán que sentar en una mesa. Entonces, ¿cuál es el verdadero objetivo de Kiev? ¿Recuperar el control de Crimea y Donbass? Impensable mirando las fuerzas sobre el terreno, a menos que realmente se quiera desatar la Tercera Guerra Mundial, un enfrentamiento directo entre Rusia y la OTAN.

¿Aceptar que Crimea y Donbass pasarán definitivamente bajo control ruso, una partición que cree dos Ucranias? Pero entonces, surge la pregunta, ¿no podría y debía evitarse este desastre? En todo caso, es necesaria una respuesta, ese estribillo constante gritando a diestra y siniestra “Armas, armas, armas”, es irritante a la vez que altamente sospechoso.

No es con la guerra que se construye la paz, y lo que está sucediendo lo demuestra una vez más.