Todos a la misa con Anita y Karin: Así es la liturgia “independiente”
Laicos en el altar en una celebración idéntica en todos los sentidos a la Misa, con la excepción de la consagración y durante dos domingos al mes una mujer vestida con los paramentos litúrgicos. En Lucerna, en la Suiza alemana, el sueño del laico en lugar del sacerdote y de la mujer-sacerdote se acerca a pasos agigantados y con la bendición de los obispos después de un tiempo de prueba de cuatro años: “Las mujeres y los hombres que sirven en la Iglesia han desarrollado una forma litúrgica independiente”. Independiente de Roma, por supuesto, y de la naturaleza sacramental de la Misa. De esta manera, el clericalismo de los laicos se utiliza para atacar la figura del sacerdote con la excusa de la disminución de las vocaciones. Incluso cuando los números no lo justifican en absoluto.
Libertad de interpretación, subjetividad y muchos “en mi opinión” a discreción de los obispos. La arbitrariedad en el campo litúrgico con los consecuentes abusos en la participación de los laicos en los oficios propios del clero y en la administración de los Sacramentos ha alcanzado niveles nunca vistos.
Prueba de ello es que la Instrucción de la Congregación para el Clero presentada el lunes pasado por el Subsecretario monseñor Andrea Ripa, nace precisamente para limitar la libertad con la que los obispos conceden a los laicos espacios que no les corresponden hasta el punto de clericalizar su participación en la vida de la Iglesia. O por lo menos éste es el objetivo reconocido más allá de las elucubraciones y sospechas aperturistas que también serían legítimas.
¿Había necesidad de un documento de este tipo que los periódicos en cambio han interpretado como una “carta blanca” a los laicos clericalizados? Para responder a esta pregunta es bueno preguntarse cuáles son las realidades que más riesgo corren en el campo de la presencia laica en misa.
Para comprender la necesidad de una Instrucción que ha puesto límites a este far west litúrgico contemporáneo, por ejemplo, sería bueno irnos hasta Suiza, donde desde hace tiempo los laicos han conquistado una “forma litúrgica independiente” con la excusa de la escasez de sacerdotes, que después veremos que ni siquiera es una escasez real. ¿Independiente de qué? De Roma, por supuesto.
En el cantón alemán de Lucerna, por ejemplo, no es raro encontrar mujeres los sábados o los domingos que “celebran” la misa con vestimentas sagradas. Una misa completa, desde la homilía hasta la distribución de la Comunión pasando por la proclamación del Prefacio, incluyendo la parte final con la excepción de las palabras de la consagración, ya que las Hostias habían sido consagradas previamente por un sacerdote.
Estamos cerca de Lucerna, en el centro turístico de Rigi Kaltbad First. Entre estas fascinantes montañas hay una capilla del siglo XVIII dedicada a “San Miguel entre las rocas” en la que cada domingo se alternan para “celebrar” la misa para el pueblo un hombre y una mujer laicos.
El domingo pasado era el turno de Anita Wagner. Otras veces la meditación se le encarga a Karin Martin, mientras que el próximo domingo Emilio Naf será quien subirá al altar. Como pueden ver, es a ellos a quienes se les ha confiado el Gottendienst, que literalmente significa “servicio litúrgico”. No es la misa, pero contiene todo lo que hay en una misa excepto las palabras de la consagración. Por tanto, mucho más allá de la clásica Liturgia de la Palabra que se celebra en ausencia del sacerdote.
Esto no es de ninguna manera nuevo en Suiza. En Lucerna, Judith von Rotz “celebra” misas, por ejemplo. Por el contrario, es el final de un viaje de experimentación que inició hace cuatro años y que ha concluido precisamente en estos días con la introducción oficial de auténticos predicadores dominicales y “sacerdotes por casualidad”, digámoslo así: el sueño del sacerdocio femenino que se acerca a pasos agigantados.
Paul Hugentobler, diácono de la región eclesiástica de Lucerna, que pertenece a la región de Basilea, escribe: “En nombre de los obispos suizo-alemanes, las mujeres y los hombres que sirven en la Iglesia han desarrollado una forma litúrgica independiente durante cuatro años y la han experimentado en sus parroquias. Allí donde el sacerdote de una parroquia no puede celebrar la Eucaristía el sábado o el domingo, la celebración de la Palabra de Dios debe mantenerse”.
La forma litúrgica independiente prevé también momentos mixtos, por así decirlo, es decir, celebraciones en las que el sacerdote está presente para la proclamación del Evangelio y la consagración, mientras que el laico se encarga de todas las demás partes de la misa, incluyendo la predicación, la distribución de la comunión y las oraciones del ofertorio, la colecta, etc.
Por otro lado, no es de extrañar. Es la misma iglesia suiza donde se ha elegido una “vicaria” episcopal en una diócesis. En la Iglesia suiza, como en Alemania, cada parroquia es una especie de pequeña empresa que se financia con el impuesto eclesiástico: por tanto hay que dar mucho trabajo. Los que estudian teología, por ejemplo, son asignados a una parroquia y así pueden garantizarse un trabajo para el resto de sus vidas. Por lo tanto, el sacerdote no es quien se ocupa de la celebración, sino que se convierte en uno de los muchos “actores” (la mayoría de las veces ausente), el director es el leitung y la misa se convierte simplemente en un acontecimiento social desvinculado de la dimensión sacerdotal que le es inherente.
En el vídeo, los fieles presentes no parecen estar sorprendidos, una señal de que a la larga uno se acostumbra a todo. En la página web de la diócesis, además, en cada misa se explica bien quién es el Predigt, el predicador, y no es raro encontrar mujeres vestidas con las vestiduras sacerdotales al completo, desde la túnica hasta la estola. Todo se lleva a cabo, obviamente, con la excusa de la falta de sacerdotes, algo que se está convirtiendo en la excusa para cualquier abuso. ¿Pero es realmente así?
Con los números en la mano no lo parece. La diócesis de Basilea no se diferencia en nada de cualquier otra diócesis europea que esté experimentando una disminución de vocaciones, pero no por ello se refugia en estas paraliturgias como sustitutos de la Misa. Por el contrario, de alguna manera hay realidades que podrían estar en una situación más preocupante que la de Suiza.
Con sus 1.044.013 bautizados, la diócesis tiene 584 sacerdotes, o 1.787 bautizados por cada sacerdote. Estos números no son más dramáticos que otras realidades. En Milán, por ejemplo, los números cambian obviamente, pero las proporciones no son diferentes: 1.900 bautizados por sacerdote. Mientras que en una diócesis de tamaño medio como la de Módena encontramos incluso 2.184 bautizados por cada sacerdote. E incluso con esta dificultad los sacerdotes siguen celebrando la misa. También Turín tiene unos 2.000 bautizados por sacerdote.
Pero quizás el problema no sea la falta de sacerdotes, sino la falta de fe que ha generado esta deriva clericalista en los países de influencia teutona. Una influencia que se está tratando de extender también a la zona del Mediterráneo. Al fin y al cabo, estos experimentos, “casualmente” siempre aprobados, no son más que el enésimo ataque al sacerdocio, del que el hombre moderno ha comprendido que puede prescindir cada vez más, ya que la misa no es más que un servicio