Siempre y en cada momento
El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá. (Jn 11, 25)
Y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día». Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?». Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». (Jn 11, 19-27)
Marta declara su fe en Jesús como hombre predilecto de Dios, pero esto no es suficiente. Es necesario un último salto: creer en Jesús al ser Él mismo Dios. Para no dejar dudas, no solo en Marta, sino también en todos los que están presentes, Jesús, antes de resucitar a Lázaro, pide la confesión de fe. Jesús, sin embargo, no lleva a cabo signos sin significado. En este caso, no se trata solo de confirmar a Marta y a las demás personas presentes en la fe de la resurrección final del cuerpo, sino también en la divinidad de Jesús. Y, ¿nosotros recordamos al Señor Jesús cada día, o solo cuando tenemos alguna dificultad? Si Él es omnipotente y nosotros limitados, necesitamos ayuda de Él siempre y en cada momento