Resurrexit sicut dixit
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. (Jn 20, 8)
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. (Jn 20, 1-9)
María Magdalena, encontrando el sepulcro vacío, se siente entre desconcertada y temerosa de seguir sufriendo. Por esto corre hacia los apóstoles Pedro y Juan. Desconcierto y miedo se superan por lo tanto con la fe “en” Jesús y el amor “de” Jesús. Los dos apóstoles corren hacia el sepulcro. Juan llega el primero, pero espera a Pedro, signo de respeto a su autoridad. Los lienzos están en una posición antinatural, puestas como una cáscara que se ha vaciado desde dentro. La ausencia del cuerpo se convierte en testimonio de la Resurrección. Resurrexit sicut dixit. Ha resucitado, como había dicho. Preguntémonos: ¿esta Pascua tan particular ha despertado nuestra sincera fe en Jesús, o está pasando como uno de los tantos días en los que nos concentramos más en las cosas terrenas que en las del Cielo?