¿Qué hace que la Iglesia sea santa y eterna?
Llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida. (Lc 21,6)
Y como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida». Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo». (Lc 21,5-11)
Para no acabar como el Templo de Jerusalén, que efectivamente fue destruido según la profecía de Jesús, apenas unas décadas después de su muerte y resurrección, es necesario que el nuevo Israel, la Iglesia, sea fiel a su Señor. No son, por tanto, los esfuerzos humanos o las hermosas ideas de los teólogos de moda las que hacen que la Iglesia sea santa y eterna; a los cristianos solo se les pide que den testimonio de que Jesús es el único salvador del mundo.