Picota en el seminario: sin la vacuna no puedes ser sacerdote
El sacerdote del futuro no debe ser santo, sino vacunado. El glorioso seminario de Milán es la primera realidad educativa en imponer la vacunación obligatoria aplicando la pérfida regla sobre la exención de mascarillas para quienes hayan cumplido el ciclo, la cual desatará la picota en las clases. Y escribe a los 120 seminaristas: “Todos deben vacunarse antes de regresar de las vacaciones”. El vicerrector confirma a la Brújula: “Lo hacemos para volver a una vida más serena”. Y a los seminaristas opositores se les llama ideológicos: “Afrontaremos caso por caso, incluso a los que manifiesten oposición ideológica, pero estoy seguro de que no habrá necesidad”.
¿Santidad? Para nada. El primer requisito para un buen sacerdote es estar vacunado. Así los estableció el seminario episcopal de Milán, el mayor seminario italiano, que colocó la vacuna como condición sine qua non a los 120 aspirantes a sacerdotes para su regreso el 12 de septiembre a Venegono, la ciudad de la provincia de Varese en donde se encuentra la “ciudadela de los seminaristas”.
Una carta del rector Don Enrico Castagna habla claro: vacúnense y muestren caridad unos con otros, éste es el sentido de la carta que la Brújula pudo leer. Vacuna obligatoria, sin muchos atajos ni bizantinos Green Pass: ni siquiera el Estado ha llegado tan lejos. ¿Quieres ser sacerdote? Vacúnate y luego hablamos.
La Brújula buscó confirmación de la indiscreción y después de contactar al rector pudo hablar con su consentimiento con el vicerrector Don Michele Galli, responsable covid de la estructura en la provincia de Varese que produce sacerdotes para la diócesis más grande de Europa. Y confirmó la draconiana medida, al momento tomada sólo por Milán, dado que no se tiene noticias de otros seminarios italianos.
“Dada la situación epidemiológica estamos cambiando nuestro enfoque”, explica Don Michele. “Nos basamos en el decreto ley estatal, en particular en el decreto escolar y el decreto sobre la universidad. De hecho, tenemos la parte más universitaria y de la comunidad, pero el decreto no habla de la comunidad religiosa por lo que tuvimos que equiparnos en consecuencia”.
¿Cómo?, preguntamos. “Apoyándonos en la vacuna, pedimos a los seminaristas que se vacunen a su regreso el 12 de septiembre, esto porque así podremos vivir en las aulas y en las áreas comunes sin mascarilla, ya que el decreto escolar permite la exención de la mascarilla a las clases que hayan completado el ciclo de vacunación”.
Don Michele hace referencia a uno de los pasajes más inquietantes dirigidos a las escuelas que, se ha señalado en varias ocasiones, creará la desagradable situación de los estudiantes de Serie A que culparán a los de la Serie B, los no vacunados, de no poder quitarse la mascarilla. Una barbarie, una picota ante el bullying que tanto se combate en las escuelas. En realidad, nos deja asombrados saber que el seminario que ha formado a los santos sacerdotes en el último siglo se basa ciegamente no solo en las regulaciones estatales, sino en sus declinaciones más bárbaras, así como científicamente cuestionables.
Pero ¿qué harán los seminaristas? ¿Todos se vacunarán? La pregunta es obvia, pero para el vicerrector no es un gran problema. “Por el momento no tenemos a nadie que nos haya comunicado alguna oposición, pero si surgen casos, los evaluaremos por separado. Por ejemplo, si alguien no puede vacunarse por razones médicas lo consideraremos, si en cambio las razones son más de carácter ideológico… bueno… no sé, aún no hemos abordado el tema, pero no creo que tendrán problemas”, corta en seco.
El espectro de la expulsión no se evoca, pero según palabras del vicerrector ni siquiera se excluye del todo, ya que al seminarista no vax se le tilda de ideológico: para el mismo no se debe prever atajo ni entendimiento.
Preguntamos si la decisión se ha compartido con el arzobispo Mario Delpini, quien también fue rector de Venegono Inferiore. “No, se tomó de forma autónoma como consejo de seminario, pero por otro lado nos sentimos alentados en esta decisión por la nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe que animaba expresamente a las personas a vacunarse”.
En realidad, no hay un empujón tan explícito desde el ex Santo Oficio, de hecho, la CDF también dijo que la vacunación no se debe imponer, pero está claro que esa parte no se ha tenido en cuenta.
En fin, una provocación: ¿por qué vacunar a todo el mundo en un entorno comunitario donde después de un mes de vida en común seréis prácticamente como convivientes? ¿Y por qué, dado que la vacuna no detiene la infección? “Porque en cualquier caso cada uno de nosotros debe salir para ir a las parroquias y esto nos permitirá vivir de una manera más libre y serena”. No sabemos cómo el sacerdote del mañana nos guiará hacia la Jerusalén celestial, pero seguro que estará armado con el inóculo sagrado. ¡Cierra el telón!