RU486/LA ENTREVISTA

“Pero, ¿qué civilización? El aborto químico me ha conducido a un terrible engaño”

“Me dijeron que sería como una menstruación, pero más abundante. En cambio, me encontré retorciéndome de dolor por los calambres y los desmayos. Mis dientes castañeaban y después de vomitar estaba deshidratada. Estaba en el bidé cuando he expulsado a mi bebé y lo he tirado por el váter mientras las enfermeras me preguntaban si había terminado. Fue atroz, tuve pesadillas durante un año y ahora me han detectado un fibroma”. La dramática historia que cuenta a la Brújula Cotidiana Natascia, una modelo italiana víctima de la píldora asesina-niños que advierte a los políticos que han permitido abortar en casa: “Queréis que se aborte en casa porque es más cómodo. A mí un médico me engañó, con la RU 486 no hay nada seguro, civil e indoloro, quien diga lo contrario es porque nunca ha abortado”.

Vida y bioética 14_08_2020 Italiano English

"Ministro Speranza [ministro de Sanidad en Italia], usted nunca ha abortado con esa píldora. Yo, por otro lado, no puedo perdonarme por haber matado a mi hijo. No es cierto que la RU486 sea indolora, que sea algo fácil. Todo lo contrario: es terrible, he sufrido mucho y hay que saberlo".

De aquella terrible época de julio del año pasado Natascia B. sólo tiene un dulce recuerdo: “Es una foto que me hice justo antes de ir al hospital a tomar la píldora que mató a mi hijo. Soy yo y sobre mi vientre está mi gato que era el único que quería acurrucarse sobre mí en aquellos días. La miro todos los días porque es el único recuerdo que tengo de mi bebé. Me gustaría que la publicáseis”.

38 años, de Turín, modelo y entrenadora personal, con abundante pelo largo y unos ojos bellísimos  que esconden un gran dolor. Un dolor del que quiere recuperarse porque su historia “tiene que ayudar a abrir los ojos de las chicas”. La Brújula Cotidiana la ha entrevistado después de verla contar su experiencia con la RU 486 en la Asociación Juan XXIII [aquí, en el minuto 48 y siguientes, en la foto está con Andrea Mazzi, de la asociación fundada por don Benzi] que ayuda a las mujeres en embarazos difíciles y en los síndromes post-aborto. Cosas ambas por las que no se interesan las nuevas directrices del Ministerio de Sanidad italiano que han aprobado el aborto por cuenta propia.

Natascia, ¿se ha sentido engañada?
Sí, pero por aquel entonces, en julio del año pasado, sufría violencia psicológica y física por parte de mi pareja. Y además, la doctora que me recomendó la píldora fue muy desagradable.

¿Qué le dijo?
Estaba tratando de minimizarlo. Me dijo: “Si fueras mi hija, te lo recomendaría”.

¿Usted no entendía lo que estaba pasando?
Yo pensaba que era otra cosa, tenía miedo, claro, había leído algo en Google, pero la doctora parecía muy tranquilizadora y también un poco impaciente ante mis dudas. Me repetía: “No, tranquila, sólo tendrás un poco de dolor de barriga, será como una menstruación pero más fuerte”. Yo no sabía en lo que me iba a meter.

¿Y qué sucedió?
Que expulsé a mi bebé en el bidé y que tuve que tirarlo por el váter... (silencio)... ¿Y esto lo sabe quién habla de la RU486 como algo suficientemente seguro e indoloro como para hacerlo en casa?

El ministro de Sanidad ha hablado de un “paso adelante en la construcción de la civilización”...
¿Civilización? Después del aborto no sabía que iba a tener pesadillas de niños tirados por el retrete durante meses: soñaba con abrir la nevera, echarme agua en el vaso y ver bebés cayendo. No sabía que empezaría a sufrir ataques de pánico. Eso no me suena a una gran civilización. Y no hablan del síndrome post-aborto. He visto con mis propios ojos a chicas de 18 años en su tercer aborto con la RU486. Ahora hablan de ello como si fueran igual a ir a la peluquería.

¿Usted estaba a favor del aborto?
Nunca me había preocupado este problema, era de las que pensaban que todo el mundo debe sentirse libre, son esas cosas que dices cuando no te toca. Además yo era muy independiente, vengo de una buena familia, he estudiado, soy una mujer emancipada y pensaba que no había que llegar a abortar, simplemente hay que tomar anticonceptivos. Pero luego sufrí un problema de salud y tuve amenorrea durante seis meses. Pero el verdadero problema fue encontrarme embarazada a los 37 años con la pareja equivocada y un médico que no hizo nada para disuadirme.

¿Cómo lo hizo?
Estoy segura de que si hubiera tenido los siete días que se suelen dar no lo habría hecho, tener más tiempo para pensar me habría ayudado. Nunca habría abortado quirúrgicamente, pero ya estaba en la octava semana [el límite antes de las nuevas directrices era de siete semanas, ahora nueve] y me dijo que tenía que hacerlo pronto. Pasé tres días llorando y temblando.

¿Dónde ocurrió?
Fui a Liguria, al pueblo de mi pareja. Mi ginecóloga es objetora de conciencia y nunca me habría ayudado a abortar. Cuando se lo conté todo, lloró y me dijo: “Nati, ¿por qué no viniste a mí? Te habría ayudado”.

¿Por qué dijo que la otra ginecóloga le metió prisa?
Porque para forzar la ley que no permitía administrar la píldora a la octava semana escribió un informe diciendo que yo tenía problemas psicológicos.

¿No le habló sobre los grandes riesgos que supone?
¿Riesgos? Para ella era como tomar una aspirina. Cuanto más preguntas le hacía, más se iba por la tangente: “¿A qué te dedicas? Ah... ¿Modelo? Bueno, por supuesto, te entiendo, tienes que resolverlo rápidamente. ¿Sales en algún anuncio? Ah, pero qué guapa eres...”. En resumen, de todo para no tener que hablarme de ello y hacerme pensar en otra cosa, normalizando la tragedia que yo estaba a punto de experimentar.

¿Se sintió usada?
Sí. Como todas las mujeres a las que les dicen que la RU486 no es nada, que es segura, que no hay riesgos. Soy una persona con estudios, pero en ese momento no estaba completamente lúcida; todo lo contrario, era muy frágil y no entendía nada. Es necesario tener a alguien que te cuide. Pero esta persona no puede ser un doctor, obviamente. Todo fue tan rápido que, en los siete días que tenía que tener para pensarlo, aceleré todo.

¿Cómo?
Después de la cita, que fue un sábado, se suponía que tenían que pasar siete días por ley. En vez de eso, la doctora lo “disfrazó” de urgencia y me envió al hospital después de dos días. El martes ya estaba en la planta de Ginecología tomando la primera pastilla [mifepristona, que mata al feto].
¿Algún problema?
Ninguno, pero en el momento en que te tragas la píldora tienes perfectamente claro que estás matando a tu bebé.

¿Y la segunda píldora [misoprostol, que expulsa el feto causando contracciones y hemorragias]?
Fue el jueves siguiente, de nuevo en planta. Después de quince minutos empecé a sentir náuseas y luego vomité profusamente, tanto que me deshidraté completamente. Mis dientes empezaron a castañear como cuando hace frío, así que llamé a la doctora.

¿Y ella qué dijo?
Ella me miraba extendiendo sus brazos como diciendo “Esto es así, lo siento...”. Fue atroz.

¿No le dieron nada?
Sólo un poco de Brufen, pero lo vomité enseguida. Tenía contracciones terribles, estaba encogida en la cama por el dolor y cada vez que iba al baño me desmayaba.

¿Y mientras tanto ellos qué hacían?
De vez en cuando aparecían y preguntaban, “¿Y bien? ¿Ya lo has expulsado?”. Y yo seguía diciendo que no. “Pues entonces te vas a casa esta noche”. Me tuvieron allí durante una hora con dolores fortísimos en el bajo vientre y lo único que me alivió fue ponerme en cuclillas en el bidé con agua caliente. Fue en ese momento en el que... (silencio).

¿Qué sucedió?
Que expulsé el saco vitelino, creo que se llama así. Vi como un pequeño órgano rojo dentro del cual vi un feto color beis. Era mi bebé. Tuve que cogerlo y tirarlo por el váter.

...lo siento, no sé cómo seguir.
Lloraba desesperadamente, lo reconocí muy bien porque es una imagen que se identifica inmediatamente. Fue mi bebé el que acaba de morir. Una enfermera se acercó a mí, me secó las lágrimas. Luego me puse la ropa y me fui a casa con toda la carga.

La culpa y el dolor físico...
¿Entendéis por qué ahora dejan que las mujeres se vayan a casa después de tomar la píldora? Porque incluso los doctores y enfermeras del hospital ya no pueden ver estas cosas: todos tienen claro lo que pasa. Y ésta es lo que llaman una “menstruación más abundante de lo habitual” de la que hablaba el doctor y los doctores que la hacen pasar por un paseo por el parque.

¿Cómo fueron los días siguientes?
Un calvario. Tuve calambres durante semanas. Después de diez días el útero no se había limpiado bien, fui a mi ginecóloga en Turín y le conté todo tragándome la vergüenza. Me recibió entre lágrimas. Luego me diagnosticó un fibroma y mis valores sanguíneos son a menudo problemáticos.

¿Eso es consecuencia de la RU486?
Ella lo sospechaba porque yo antes no tenía nada.

Natascia, es una historia muy dura, pero merece ser contada. ¿Alguna vez se ha perdonado a sí misma?
No, nunca me lo perdonaré, porque Dios desde arriba quería hacernos un precioso regalo y yo lo tiré.

Pero ha tenido el valor de hablar...
Espero que le ahorre el dolor a otras mujeres o niñas.

¿Tiene miedo de ser estigmatizada?
Sí, asumo que todo el mundo me va a criticar. Pero los que critican y dicen que la mujer tiene que ser libre nunca han abortado.

Hay historias de renacimiento incluso de mujeres que han abortado varias veces. ¿Ha pensado alguna vez que el primero en perdonarla es el bebé que llevaba en el vientre?
Déjeme contarle algo que nunca le he dicho a nadie.

La escucho.
Se suponía que iba a nacer en la primera semana de marzo. Y desde la primera semana de marzo dejé de tener pesadillas, empecé a soñar con una niña en mis brazos, me desperté feliz y me sentí mejor.

¿Qué piensa cuando escucha a los médicos del Consejo Superior de Salud que la píldora RU486 es segura?
Que nunca lo han usado. Sólo eso.

¿Y si se encuentra con esa doctora otra vez?
Que se habla mucho de libertad, pero nunca de salud. La mujer es vista como un objeto, es un sentimiento terrible. Ni siquiera sabía lo que era el síndrome post-aborto y es aterrador. No se trata de obligar a una mujer a tener el bebé, se trata de ayudarla a reflexionar. Yo no necesitaba ayuda financiera, sino ayuda psicológica. En cambio, esta doctora no se molestó en entender la situación ni por un momento, se preocupó de que yo tomara esa píldora porque era la forma más rápida de resolver el problema. Y ahora estoy lidiando con la culpa.

Usted ha pasado por un trauma, pero el hecho de que esté aquí para hablar e informar de lo que pasa es parte del viaje. Su vida no terminó en el baño de aquel hospital.
Tal vez. Lo que es seguro es que no puedo evitar mirar la realidad a la cara.

Un viaje que comenzó cuando tomó esa píldora y que aún no ha terminado.
Eso espero, Dios sabe adónde me llevará.