Nuestra Señora de Guadalupe: la armonía celestial en la tilma
La fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe -que este año coincide con el final de la novena de nueve meses propuesta por el cardenal Burke- es una ocasión para recordar el prodigio de la imagen de María impresa en la tilma que perteneció a san Juan Diego y que ha sido objeto de numerosos estudios científicos.
Nuestra Señora de Guadalupe: éste es el apelativo con el que la Iglesia católica celebra hoy a la Virgen María tras sus apariciones entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531 en el cerro del Tepeyac, al norte de Ciudad de México, a san Juan Diego Cuauhtlatoatzin (1474-1548), uno de los primeros aztecas convertidos al cristianismo. Según se relata en un antiguo texto -el Nican Mopohua, atribuido al indígena Antonio Valeriano (hacia 1520-1605)-, Juan Diego, que entonces tenía 57 años, “vio a una joven Señora que le llamaba con dulzura”.
La Señora le ordenó que fuera a ver al obispo para que construyera una capilla en el cerro. El prelado, Juan de Zumárraga, se mostró poco convencido tras escuchar el relato del joven y le pidió un signo tangible que demostrara su historia. Y fue la tilma, una especie de manto, la prueba deseada. Para conmemorar el encuentro celestial en ese mismo lugar se erigió rápidamente una capilla, objeto de reformas y ampliaciones a lo largo del tiempo. Ya en nuestros días, en 1976, se inauguró la actual basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Este santuario alberga la famosa tilma de san Juan Diego en la que se imprimió milagrosa y repentinamente (en presencia del propio Zumárraga) la imagen de María, que aparece como una joven mestiza: de ahí que los fieles la llamen “Virgen morenita”. Alrededor de su figura, en el centro del manto, aparecen flores.
No se trata de una simple devoción popular la de la tilma de Nuestra Señora de Guadalupe, es más bien un descanso para el alma: de hecho, la basílica atrae a fieles de todo el mundo y es uno de los santuarios marianos más visitados. Se calcula que veintitrés millones de peregrinos visitan cada año este lugar santo. Sus miradas fijas en esa imagen maternal son un testimonio vivo del profundo amor que siente por la Virgen el pueblo mexicano de todo el mundo.
El cardenal Raymond Leo Burke se ha dirigido a los fieles de todo el mundo -como ya informó en su momento la Nuova Bussola Quotidiana- instándoles a pedir a Dios que libere a la Iglesia y al mundo de las crisis actuales, a través de la Novena especial a Nuestra Señora de Guadalupe que comenzó el 12 de marzo y concluye hoy, tras nueve meses de oración diaria. Y hoy, con motivo de la conclusión de la Novena, los fieles rezarán un acto de consagración a la Madre de Dios (ver el acto de consagración en español aquí).
Volviendo a la tilma, hay que recordar que se han realizado -y se siguen realizando- diversos estudios científicos sobre ella para intentar comprender mejor el “misterio” que la envuelve: la imagen impresa en el manto es una de las más estudiadas, similar a la de Jesucristo en la Sábana Santa de Turín. Los análisis de algunas de las fibras de la tilma -realizados por el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam)- han puesto de manifiesto un hecho sorprendente: deberían haberse conservado sólo diez años visto el material del que están compuestas. Sin embargo, el manto ha sobrevivido a los embates del tiempo durante casi 500 años. Éste ya es un primer dato. Y además no se ha descubierto ni la coloración ni la forma de imprimir la imagen en la tilma realizada con fibras de agave.
Sin embargo, otros estudios tienen como objeto la aplicación de las matemáticas en la decodificación de lo que para muchos investigadores en la materia está presente en la tilma: un código que habla hoy con la misma intensidad que ayer. Es el caso de la investigación realizada por el profesor Fernando Ojeda Llanes, quien lleva más de 30 años -a partir de 1990-, trabajando sobre la famosa imagen mariana. El investigador ha sido nombrado miembro del Consejo Consultivo de Investigación Científica del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos de la Arquidiócesis Primada de México quien gracias a los resultados de sus investigaciones. El trabajo del profesor Ojeda Llanes se basa principalmente en la concepción matemática de Pitágoras: las matemáticas se componen de cuatro elementos como son la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. Y precisamente basándose en esta línea ha realizado sus estudios, señalando, entre otros muchos resultados, que la posición de las estrellas en el manto en relación con las flores del vestido produce notas musicales que forman una melodía celestial, una armonía que consigue entrar en el corazón del oyente con gran facilidad. Además, cada flor correspondería a estrellas. El manto cuenta con 46 de ellas: se trata de una representación de las principales constelaciones que había en el cielo mexicano en la época de san Juan Diego, cuando tuvieron lugar las apariciones marianas.
Pero además de estos datos, todos ellos sin duda importantes, hay uno que merece cierta atención: el significado que puede darse a este manto bajo el aspecto “social” o, mejor, “del corazón”. La tilma -en la época del santo mexicano- se usaba para vestirse e ir a trabajar al campo, pero los hombres también la usaban para sus bodas. Por un lado, el trabajo en el campo; por otro, la vestimenta sagrada para la celebración de la boda. Casi parece, pues, que la Virgen nos anima a “trabajar en el campo”, símbolo del trabajo por el Reino de Dios en esta tierra; y, luego, nos invita a un matrimonio espiritual al que todos estamos llamados: el que se celebra con Ella y, a través de Ella, con Dios. En el centro de la tilma encontramos el vientre de la Virgen acogiendo a Cristo: un símbolo que nos habla de la centralidad de Cristo en la vida de la Virgen. Y de la misma manera para nosotros.