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Mensaje para la Paz: Algunas notas positivas

En su mensaje para el Día Mundial de la Paz, el Papa Francisco, junto con algunos de los temas sociales que ha repetido varias veces, se aparta un poco de los documentos anteriores al poner más énfasis en la primacía de Dios y con una referencia explícita a la Doctrina Social de la Iglesia.

Ecclesia 22_12_2020 Italiano English

Los documentos eclesiales durante este pontificado se destacan por su predominante naturaleza horizontal. Las referencias religiosas disminuyen, las consideraciones sociales y políticas aumentan. ¿La Iglesia habla cada vez más del hombre y menos de Dios? La impresión general es precisamente ésta: la Iglesia muestra que tiene muy presente la “cuestión antropológica”, pero si no se incluye en la prioridad de la “cuestión teológica”, entonces se hace difícil abordarla adecuadamente.

¿Cómo encaja el Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2021 en esta problemática? Se titula “La cultura del cuidado como camino de paz” y se dirige a “jefes de Estado y de Gobierno, a los responsables de las organizaciones internacionales, a los líderes espirituales y a los fieles de diversas religiones, y a los hombres y mujeres de buena voluntad” (como podemos ver, la expresión que se ha retirado del nuevo Misal permanece aquí).

En su Mensaje, el Papa Francisco tiende por un lado a repetir algunas de sus insistentes (y por lo tanto bien conocidas) posiciones –como la hermandad universal, la colaboración entre las religiones bajo la bandera de Abu Dhabi, el pacto educativo global- y por otro lado se distancia un poco de ellas, especialmente poniendo énfasis en la primacía de Dios y con una referencia explícita a la Doctrina Social de la Iglesia.

El Mensaje basa todo el discurso de los “cuidados” que los hombres deben practicar unos con otros en Dios Creador y Cristo Redentor. Es Dios quien primero cuida del hombre y de esto deriva la suprema dignidad de este último en el orden de la creación. El Papa puede hablar, por lo tanto, de un “plan de Dios” para la creación, una expresión que recuerda a otras casi obsoletas como “ley moral natural” y “orden finalista de la naturaleza”.

El cuidado, después y sobre todo, está encarnado por Jesucristo y tiene como cumbre su Muerte y Resurrección: “Jesús selló su cuidado hacia nosotros ofreciéndose a sí mismo en la cruz y liberándonos de la esclavitud del pecado y de la muerte”. De esta manera el Documento, aunque también aborda muchos problemas sociales contingentes, mantiene una perspectiva verdaderamente cristiana, recordando ciertas verdades de la tradición dogmática y no sólo pastoral. Estos son aspectos positivos dignos de mención.

También el uso de la expresión “Doctrina Social de la Iglesia”, hoy casi obsoleta, despierta el interés del lector del Mensaje: “La diakonia de los orígenes, enriquecida por la reflexión de los Padres y animada, a lo largo de los siglos, por la caridad activa de tantos testigos elocuentes de la fe, se ha convertido en el corazón palpitante de la Doctrina Social de la Iglesia, ofreciéndose a todos los hombres de buena voluntad como un rico patrimonio de principios, criterios e indicaciones, del que extraer la ‘gramática’ del cuidado”.

Este concepto de “gramática” - así como el de “brújula” utilizado más tarde en el texto del Mensaje -es significativo porque recuerda un orden, una sintaxis de las relaciones humanas y las relaciones con Dios que guían la acción humana. La expresión “corazón palpitante” también es hermosa porque dice que la Doctrina Social es para toda la vida.

Además de estos dos acentos que dan al documento el tono de una reflexión propiamente religiosa, otros aspectos permanecen dentro de una visión más social y política, con expresiones no siempre convincentes. Así pues, se destacan en primer lugar los derechos de la dignidad de la persona, mientras que éstos sólo son consecuencia de los deberes, adhiriéndose de esta manera a una forma de pensar prevaleciente pero imprecisa en la actualidad. La referencia bíblica a Dios Creador, a la que me referí anteriormente, se realiza después de esta frase: “En muchas tradiciones religiosas, hay narraciones que se refieren al origen del hombre, a su relación con el Creador, con la naturaleza y con sus semejantes.”. Al hacerlo, el Mensaje une a todas, o a muchas, las religiones indistintamente en este punto fundamental de la creación, sin valorar la especificidad católica.

Como es bien sabido, el Islam y el Protestantismo no tienen una visión igual de la creación –aunque ambos la admiten-, ni igual entre ellos ni menos aún igual a la católica. Por dar sólo un ejemplo usando los mismos términos usados en este Mensaje: ni el Islam ni el Protestantismo dan una “gramática” posterior a la creación, una sintaxis situada dentro del universo de las cosas creadas. Esta diferencia entre las religiones no es ajena a la forma en que entienden el “cuidado”, que es precisamente el tema del Mensaje. Por esta razón, expresiones como las siguientes confunden más que aclaran: “Las religiones en general, y los líderes religiosos en particular, pueden desempeñar un papel insustituible en la transmisión a los fieles y a la sociedad de los valores de la solidaridad”.

Los temas del “descarte” (el Mensaje no hace referencia a la principal forma de descarte producida hoy en día por la maldad humana, es decir, el aborto), del cuidado del medio ambiente (no hay referencia a la nueva religión ambientalista y climática), del pacto educativo mundial (no hay distinción con respecto a posiciones similares adoptadas por las Naciones Unidas) siguen siendo inciertos y pueden interpretarse ideológicamente.