Los anticonceptivos perjudican a las mujeres: Bayer desembolsa 1.600 millones
Bayer se ha visto obligada a desembolsar 1.600 millones de dólares por las lesiones que han sufrido miles mujeres a causa de la espiral. Es una de las muchas denuncias por las que la empresa farmacéutica ha tenido que pagar debido a las graves consecuencias provocadas por dispositivos y pastillas anticonceptivas/abortivas. Sin embargo, gracias a los gobiernos, el negocio continúa mientras las feministas que se arrepienten de haber usado la píldora van en aumento.
Por enésima vez, la empresa farmacéutica alemana Bayer es declarada culpable de enormes daños a las mujeres debido a los anticonceptivos que ha comercializado y por los que se verá obligada a pagar miles de millones de dólares en concepto de indemnización.
Esta vez el motivo de la disputa se llama Essure, un dispositivo que se coloca en las trompas de Falopio para bloquear el paso de los espermatozoides. Wikipedia explica que “en Italia el procedimiento es reembolsado al 100% por el Servicio Nacional de Salud” y que los dos micro injertos fueron diseñados como una alternativa a la esterilización por ligadura de trompas.
A pesar de que las mujeres han denunciado durante años los enormes daños a su salud causados por la espiral Essure, ha sido sólo ahora cuando Bayer ha indemnizado a cerca del 90% de las 39.000 mujeres que han demandado a la compañía farmacéutica. Entre las reacciones adversas notificadas se encuentran tanto la muerte de algunas de ellas como la muerte de niños concebidos. Que es lo mismo que reconocer que el dispositivo no sólo es anticonceptivo, sino también abortivo en caso de fallo en el bloqueo de los espermatozoides en las trompas. La CNA habla de al menos trescientos fetos muertos por haber nacido prematuramente.
Además de las muertes, ha habido casos en los que las mujeres tuvieron que someterse a operaciones de histerectomía de emergencia, mientras que otras sufrieron reacciones alérgicas graves debidas a los metales en la espiral. Otras sufrieron daños mentales importantes.
A pesar de los hechos y estudios relativos a los efectos secundarios del dispositivo, los gobiernos siempre han protegido a la farmacéutica Bayer que, a pesar de haber pagado, ha declarado que la retirada de Essure del mercado se debe únicamente a una caída de las ventas. De hecho, en su comunicado de prensa, la empresa farmacéutica afirma que, tras haber solucionado los litigios, continuará con “su compromiso en el ámbito de la salud de la mujer”.
Sin embargo, Bayer está llena de este tipo de casos. No sólo Essure ha arruinado la vida de miles de mujeres, sino también otros métodos anticonceptivos que se han comercializado y se han retirado para ser posteriormente sustituidos por otros incluso peores: durante años las empresas farmacéuticas han estado pagando por los daños causados por la anticoncepción sin admitir su culpabilidad y luego retirando las píldoras o los dispositivos anticonceptivos/abortivos y sustituyéndolos por otros que acaban igual.
La lista de anticonceptivos/abortivos es muy larga: en 2012 Bayer también gastó 142 millones de dólares para resarcir a 12 mil mujeres que habían usado la píldora anticonceptiva Yasmin. La Yasminelle y Melyane de la farmacéutica Bayer también causaron daños significativos, incluyendo ictus y muerte. En 2013 incluso el diario italiano Repubblica admitió que existía “una abundancia de datos, publicados entre otros por el British Medical Journal y difundidos por la misma EMA (la Agencia Europea del Medicamento) que muestran que las píldoras más recientes tienen un riesgo de accidente cerebrovascular y trombosis dos veces mayor que las de la segunda generación: 4 casos de cada 10 mil por cada año de uso, en comparación con 2 de las antiguas formulaciones. El Ministerio de Sanidad francés ha anunciado que a partir de finales de marzo dejará de reembolsar a las mujeres que utilizan la tercera generación, invitando a los médicos a prescribir preferentemente la segunda”.
Normalmente, sin embargo, el poder de estos gigantes del negocio antinatalista es tal que gozan de gran protección por parte de las instituciones que dicen querer proteger la salud de los ciudadanos. Basta pensar que cuando la píldora anticonceptiva de Bayer Diane 35 causó 4 muertes y 125 trombosis en Francia, llegando a ser prohibida por el gobierno, Bruselas defendió a la empresa farmacéutica que había perdido 315 mil clientes aduciendo que la píldora debía seguir siendo accesible como método de tratamiento del acné femenino. De este modo se eludió la cuestión, ya que, como denunciaba Le Monde, el sistema sanitario imponía a los médicos el silencio sobre los efectos de los anticonceptivos.
Así es como cada vez más feministas comenzaron a dejar la píldora, a pesar de haber luchado por la liberación sexual considerando los anticonceptivos como el fin de la esclavitud. Hoy en día su batalla es diametralmente opuesta, incluso en muchos casos reconocen que los métodos naturales son la única forma de protección no sólo contra la irresponsabilidad masculina y contra el abuso del cuerpo femenino (que han aumentado en cambio con la difusión de los anticonceptivos) sino de la salud física y mental de la mujer. Entre las quejas más conocidas está la de la feminista Holly Grigg-Spall que en 2013 escribió un libro titulado “Sweetening the Pill” (Endulzando la píldora) en el que puede leer: “Depresión, ansiedad, paranoia, ira, ataques de pánico: son sólo algunos de los efectos de la píldora en la mitad del 80% de las mujeres que toman estas pastillas durante su vida. Cuando se lanzó la píldora se pensaba que las mujeres no se someterían a la ingesta diaria de un medicamento... Ahora la píldora está haciendo que las mujeres enfermen”.
El libro habla de las píldoras y dispositivos que han matado o han estado a punto de hacerlo a cientos de miles de mujeres, explicando cómo el negocio está protegido por el hecho de que los gobiernos no exigen una completa transparencia a las empresas farmacéuticas sobre los efectos de sus productos. Citando estudios y estadísticas, habla de un mayor riesgo de esclerosis múltiple, trombosis, fracturas óseas, obesidad, disfunción sexual y productiva o depresiones que duran años y terminan sólo con el cese de la anticoncepción química.
Basta con leer algunas historias dramáticas (algunas incluso que terminan con la muerte, véase aquí) para comprender lo extendido que está el problema. Por no mencionar la creciente correlación estadística (aunque no hay estudios a fondo) entre la infertilidad y el número de mujeres que han utilizado anticonceptivos químicos durante años.