La verdadera alegría
A vino nuevo, odres nuevos (Lc 5,38)
En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús:
«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».
Jesús les dijo:
«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».
Les dijo también una parábola:
«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.
A vino nuevo, odres nuevos.
Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».
(San Lucas 5,33-39)
En Jesús reside la fuente de toda alegría verdadera, mientras que la tristeza nace de la distancia que nos separa de Él, no tanto física como espiritual, provocada por el pecado. Con su Evangelio, Jesús trae algo radicalmente nuevo: Él es el vino y la tela nuevos, que no se pueden adaptar a los viejos esquemas, ya incapaces de transmitir vida y alegría. ¿Estás dispuesto a liberarte de los hábitos, las rigideces y los juicios del hombre viejo para acoger la novedad del Evangelio?