San Francisco de Jerónimo por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

La primera imagen de Pascua

Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. (Mt 28, 8)

Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: «Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía 7e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado». Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».  (Mt 28,1-10)


La primera imagen de la Pascua es la retirada de la roca de la muerte que hasta ahora había sellado las esperanzas humanas. La Pascua es entonces, y ante todo, la liberación de nuestras esperanzas, elevadas de la vida terrena a la eterna de manera inesperada e inimaginable para nosotros. Gracias a Jesús, la ausencia de su Cuerpo es ya promesa de su Presencia, confirmada por el anuncio del ángel. Leyendo este Evangelio también nosotros podemos sentir la alegría inmensa de las mujeres del Evangelio, y así Te anunciaremos a los demás con la misma convicción.