San Columbano por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

La naturaleza divina de Jesús

El Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día. (Lc 24, 46)

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí». Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. (Lc 24, 35-48)


La realidad de la resurrección de la carne esclarece la naturaleza divina de Jesús y nuestro destino: la resurrección final también del cuerpo. Además, para aquellos que tiene fe en Él, Jesús promete desde ahora su paz. Para obtenerla es necesario entender que nuestra vida está en manos de Jesús, nuestro omnipotente y buen Señor.