"Jesús, levántate": El estudio sobre la Sábana Santa que el propio lienzo desmiente
Un profesor español de Cirugía Plástica, Bernardo Hontanilla Catalayud, asegura que ha estudiado la Sábana Santa y garantiza que es visible "el gesto habitual de una persona que intenta levantarse de la posición supina”. Afirma incluso que los músculos de la cara son los de una persona viva. Una tesis que no respondería a la preguntas sobre las evidencias de la Resurrección y que la Ciencia desmiente. Pero no sólo la Ciencia: también lo hace el propio lienzo, puesto que esa no es la imagen de un cuerpo a punto de levantarse.
Que la Sábana Santa despierta el interés de los médicos es bien conocido y también perfectamente comprensible: está la huella de un cadáver y está su sangre. Pero la pregunta que muchos se hacen va más allá: “¿Puede la Sábana Santa mostrar algún rastro de la resurrección?”. Para responder, ha entrado en el campo de juego un profesor español de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva en la Clínica de la Universidad de Navarra en Pamplona (España), Bernardo Hontanilla Calatayud.
Para la reconstrucción tridimensional del cuerpo envuelto en la Sábana Santa, se ha apoyado en la estatua de Cristo yacente del escultor español Juan Manuel Miñarro López, y ha realizado varias pruebas en sujetos varones de entre 30 y 40 años, con un fenotipo atlético, de entre 1,70 y 1,80 metros de altura, a los que se les pidió que se pusieran de pie mientras estaban echados. Basándose en estos experimentos, afirma que “la Sábana de Turín muestra a la vez signos de muerte como de vida de una persona que dejó su imagen impresa en un momento en el que estaba viva”.
Su artículo se ha publicado en la revista Sciencia et Fides 8 (1)/2020, que es una publicación conjunta de la Universidad Nicolaus Copernicus en Toruń (Polonia) y la Universidad de Navarra. Por lo tanto, era necesario contar con una opinión autorizada sobre su contenido y sus conclusiones, opinión que fue expresada inmediatamente por Alfonso Sánchez Hermosilla, médico forense y antropólogo forense, profesor de Medicina Legal y Antropología Forense de la UCAM, Universidad Católica San Antonio de Murcia (España).
Según Hontanilla Calatayud, en la imagen sindónica es visible “el gesto habitual de una persona que intenta levantarse de la posición supina”. Llega a esta conclusión después de cuestionar la rigidez post mortem en un hombre traumatizado, cansado, exhausto, desangrado, deshidratado y sin reservas de glucógeno. En estos casos, en su opinión, la rigidez es temprana, débil y desaparece rápidamente. Después de treinta horas el cadáver ya habría empezado a descomponerse, por lo que la resurrección debe haber ocurrido entre 18 y 30 horas después de la muerte, es decir, a las tres de la madrugada de la noche entre el sábado y el día siguiente, que él ya llama domingo.
La cabeza inclinada hacia adelante y las rodillas dobladas que se observan en la Sábana Santa no se deberían por tanto a la rigidez cadavérica que había fijado esa posición en la cruz, sino al movimiento de Jesús al levantarse. La reconstrucción del entierro realizada por Hontanilla Calatayud incluye el forzamiento no sólo de los brazos, necesario porque quedaron abiertos en la cruz, sino también de la cabeza doblada y las rodillas dobladas, que se habrían devuelto fácilmente a una posición natural gracias a la débil rigidez.
“Parece razonable que la investigación de las telas con las que se envolvió un cadáver sea realizada por científicos con experiencia en cadáveres y no por otros que no trabajan con cadáveres y no tienen experiencia con ellos”, subraya Sánchez Hermosilla, que es experto en este campo. “No se puede decir que esta es la posición única de una persona que se levanta de la posición supina; esta afirmación no es científica, es muy variable. Hay otras opciones posibles y probables. Este experimento no es concluyente”.
Para apoyar la tesis de que la persona envuelta en el lienzo estaba viva en el momento de la formación de la imagen, Hontanilla Calatayud también se detiene en los surcos nasogenianos y nasolabiales de la cara que se pueden ver en la Sábana Santa. Sostiene que la presencia de ambas marcas en el rostro es más parecida a la de una persona viva, ya que “en un cadáver reciente la musculatura facial se relaja y desaparecen los surcos y se abre la boca”. “Esta información es inexacta”, objeta Sánchez Hermosilla. “En un cadáver, los músculos faciales no se relajan o los surcos faciales desaparecen, especialmente si tiene rigidez cadavérica. En mi experiencia profesional como forense, he visto muchos cadáveres que parecían seguir vivos por sus características”.
“Otro dato inexacto”, continúa Sánchez Hermosilla, “es que el autor no puede saber en qué momento se produjo la imagen del Sudario, carece de datos científicos en los que basarse. La imagen fue producida por un cadáver, no por una persona viva: de hecho, no respiraba, de lo contrario la imagen no sería clara sino borrosa".
La imprecisión que caracteriza el artículo de Hontanilla Calatayud se convierte en pura fantasía cuando realiza una afirmación no proveniente del campo de la medicina, sino referida al Evangelio y por lo tanto verificable por cualquiera. “Si tenemos en cuenta el relato evangélico, la imagen no pudo formarse antes de las 8–10 am del sábado (18 horas postmortem) ya que, según está escrito en los Evangelios, los judíos al conocer que un miembro del sanedrín (José de Arimatea) ha sepultado el cadáver en un sepulcro suyo, estos temen que vaya a ser robado. Esa conversación con Pilato no se produce el mismo viernes, ya que se fueron golpeándose el pecho el mismo viernes al atardecer y había que respetar el sábado que comenzaba después de la hora décima (las 18-19 pm). La conversación tuvo lugar el sábado por la mañana en la que, después de reunirse ellos, solicitan una guardia a Pilatos para ir a vigilar la tumba durante al menos tres días (Mateo 27:62), que era lo que Jesús había anunciado. Por lo tanto, en la mañana del mismo sábado, sin respetar el resto del día como se indica, fueron primero a comprobar que la noche anterior al robo no había ocurrido. Abrieron la tumba, levantaron la sábana que cubría el cuerpo, comprobando que era Él y nadie más y que seguía muerto, y luego cerraron la tumba poniendo el sello del Sanedrín (Mateo 27:67)”.
En el Evangelio no se encuentran la apertura de la tumba y el control por parte de los judíos, pero justo por esta misma razón, según Hontanilla Calatayud, para la verificación imaginaria por parte de los judíos que levantan la sábana y ven el cuerpo, la resurrección no puede haber ocurrido antes de esas horas de la mañana del sábado. Bastaría con este pasaje para bajar el presunto nivel científico del artículo...