Hacer la señal de la cruz, inclinarse y arrodillarse
Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello. (Lc 11,42)
«Pero ¡ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y los saludos en las plazas! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas no señaladas, que la gente pisa sin saberlo!». Le replicó un maestro de la ley: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros». Y él dijo: «¡Ay de vosotros también, maestros de la ley, que cargáis a los hombres cargas insoportables, mientras vosotros no tocáis las cargas ni con uno de vuestros dedos!» (Lc 11,42-46)
Jesús no condena los actos de devoción de los fariseos; ni, mucho menos, a los devotos mismos. Pero estos actos deben ser la expresión del amor a Dios. Dicho esto, no es necesario pensar que todos los devotos son hipócritas. Pidamos al Señor que nos haga ver el grado justo en el que hay que servirlo, también a través de gestos sinceros de devoción como la señal de la cruz, el inclinarse y arrodillarse, y todas las otras maneras que tenemos para demostrar nuestra fe.