El verdadero modelo chino es Taiwán, pero nadie lo ve
Aunque China se perfila como la ganadora global del desafío pandémico y económico, a menudo se olvida que hay otra China que es un modelo mucho más atractivo para el mundo libre, que es la China de Taiwán. Tiene menor mortalidad y mayor crecimiento. Sin embargo, para todas las organizaciones internacionales, Taiwán “no existe”.
Aunque China emerja como la ganadora mundial del desafío pandémico y de la crisis económica hasta el punto de presentarse en el Foro Mundial del Comercio como la potencia que dicta sus reglas al mundo, a menudo se olvida que hay otra China que, sin ninguna duda, constituye un modelo más atractivo para el mundo libre. Es la China de Taiwán, que ha vencido la epidemia con muy pocos muertos y que ahora tiene unas cifras de crecimiento económico asombrosas. Y sin trucos.
Porque lo cierto es que quedan muchas dudas tanto sobre el increíble crecimiento económico chino como sobre su bajísimo número de víctimas por Covid-19. Ya en octubre, los observadores económicos internacionales advirtieron discrepancias en las estadísticas económicas de Pekín. Si los datos macroeconómicos que todo el mundo conoce son los de un crecimiento anual del PIB del 2,3%, esto se contradice con un aumento del paro juvenil en 2020 (+4% anual) y un desplome del consumo en los tres primeros trimestres de 2020 (-6,6%), además de la caída de los beneficios en todas las grandes empresas del país. Las empresas públicas registraron las mayores pérdidas (-14,3%); las del sector privado fueron menores (-0,5%).
Ayer se publicaron otros datos económicos que contradicen la narrativa oficial de una China victoriosa y en pleno crecimiento económico. El índice PMI (que mide la salud de las industrias) de Caixin/Markit del mes pasado cayó a 51,5 puntos, un punto menos que los 52,6 esperados. Este dato también lo corrobora la encuesta realizada por Pekín: el índice PMI de la Oficina Nacional de Estadística se detuvo en 51,3, menos que el registrado en diciembre (51,9). Y es el peor resultado desde enero de 2012. Una situación que indica un crecimiento incierto, con posibles nuevas crisis que podrían producirse durante el año.
Por el contrario, la otra China, Taiwán, presenta un escenario decididamente más sólido. Declara un crecimiento del PIB del 2,3%, igual que China, pero esto no se contradice con otros datos económicos. En enero, el índice PMI de la industria alcanzó los 65,1 puntos, con un máximo de 70,5 en el sector del transporte. Muchas empresas taiwanesas que en los últimos años habían abierto en China, en 2020 han vuelto a casa, con inversiones de 32.000 millones de euros y la creación de otros 100 mil puestos de trabajo. No sólo crece el empleo, sino que también atrae mano de obra cualificada. En 2020, Taiwán registró la entrada de 800 mil inmigrantes legales, entre ellos casi mil empresarios y 124 periodistas (que prefieren informar sobre China desde la isla, donde al menos pueden expresarse sin miedo a ser deportados o detenidos).
Por otro lado, los datos sobre cómo ha afectado la pandemia a las “dos Chinas” son también muy significativos. La República Popular, primer país infectado, ha publicado datos cada vez menos creíbles, a la vista de cómo la misma enfermedad se ha cobrado víctimas en el resto del mundo: 4.636 muertos en total, es decir, 3 muertos por millón de habitantes. Pero si alguien intenta documentar la epidemia sin el consentimiento explícito del Gobierno se arriesga a ser encarcelado, tal y como demuestra el caso del periodista independiente Zhan Zhang. En cambio, en Taiwán no hay censura gubernamental, y la prensa es libre de investigar y narrar la realidad sobre el terreno. Por lo tanto, las cifras son más creíbles e infinitamente mejores que las oficiales publicadas por la China comunista: 915 casos totales, 8 muertes en total, una proporción de 0,3 muertes por millón de habitantes.
Sin embargo, en el mundo al revés en el que vivimos, el modelo chino que gusta es el de la República Popular. La OMS siempre ha escuchado al régimen de Pekín a lo largo de la crisis, incluso provocando la ira de Estados Unidos, pero nunca ha querido aceptar la cooperación de Taiwán, una nación cuya existencia ni siquiera reconoce, considerándola, por voluntad de Pekín, una provincia de China. Por el contrario, la isla democrática china no ha recibido ninguna ayuda de la OMS, ni en términos de información ni de apoyo material. Ha tenido que hacerlo todo por sí misma. En el Foro Mundial del Comercio, como en todos los demás foros internacionales, es China la que se presenta como la gran potencia emergente, mientras que Taiwán, literalmente, no existe. Precisamente porque es China “como podría y debería ser” si no fuera comunista, un contrafáctico vivo y operativo, la existencia de Taiwán corre peligro. Y cuanto más éxito tiene, más atrae la ira del régimen de Pekín, mientras aumentan las incursiones de aviones de guerra chinos en su espacio aéreo.