El sujeto de la caridad
Si tiende a Dios en cuanto Dios es el bien, la caridad reside en la voluntad. Se encuentra en el hombre exclusivamente por la voluntad de Dios, pero hay una receptividad en el hombre. Y la caridad puede aumentar en el hombre, pero no por adición, sino en la medida en que se intensifica en el sujeto. Y el pecado venial no destruye ni disminuye la caridad, pero predispone a su pérdida.
La lección de hoy está dedicada a la virtud teologal de la Caridad. La última vez hemos visto la esencia de la caridad, esta vez vemos el SUJETO DE LA CARIDAD.
¿Qué significa el sujeto de la caridad?
Hablar del sujeto de la caridad significa responder a la pregunta: ¿dónde es infundida la virtud de la caridad? ¿En qué facultad del hombre? Esta pregunta, si lo recuerdan, ya nos la hicimos en el caso de la Fe y la Esperanza.
- Hemos visto que la FE es inherente a la facultad intelectiva del hombre, porque le lleva a adherirse a la verdad: a la primera verdad que es Dios y a toda verdad que viene de Dios. Por otra parte, hemos visto que la voluntad impulsa a la adhesión a la fe. Así, la fe concierne al intelecto del hombre, pero también la voluntad ordena el acto de fe a su objeto propio.
- La ESPERANZA, en cambio, reside en la voluntad del hombre, porque nos hace adherirnos a Dios en cuanto que para nosotros él es el principio del bien. Si el objeto propio del intelecto es lo verdadero, el objeto propio de la voluntad es el bien. Así, la fe nos hace adherirnos a la verdad sobrenatural y, por tanto, reside en el intelecto, mientras que la esperanza mueve a la voluntad a adherirse a Dios en cuanto que es nuestro bien y nuestra bienaventuranza.
- La CARIDAD reside en la voluntad en cuanto que nos hace adherirnos a Dios por sí mismo, como Bien Supremo. En la esperanza se busca a Dios en cuanto que es nuestro bien (sin ningún egoísmo). EN LA CARIDAD TENDEMOS HACIA DIOS EN LA MEDIDA EN CUANTO DIOS ES EL BIEN.
Santo Tomás, en la Quaestio 24, que trata del SUJETO DE LA CARIDAD, en el primer artículo explica precisamente lo que se acaba de decir, es decir, dónde reside la caridad. En el segundo artículo se pregunta si la caridad se produce en nosotros por infusión y en el tercero si se infunde según las capacidades naturales.
Resumamos el pensamiento de Tomás. La caridad no se encuentra en el hombre por causa de virtud o de dotes naturales.
- LA CARIDAD, es decir, esta amistad íntima, esta comunión con Dios, SE ENCUENTRA EN EL HOMBRE EXCLUSIVAMENTE POR LA VOLUNTAD DE DIOS y no por nuestra capacidad, ni siquiera por nuestra voluntad.
- En el principio de la Caridad está la voluntad de Dios; por tanto, la Caridad no debe entenderse, como suele ocurrir, como algo que el hombre hace o como una disposición natural del hombre: la Caridad en nosotros es la participación en Dios que es caridad y, por tanto, es una iniciativa de la liberalidad de Dios, de la magnanimidad de Dios. Es Dios quien nos ha amado primero, en el principio está Dios, no el hombre. Dios toma la iniciativa para infundir la Caridad en el hombre.
Sin embargo, el hombre, no es completamente pasivo; HAY UNA RECEPTIVIDAD EN EL HOMBRE, y santo Tomás explica cuál es la parte del hombre que está ante Dios que infunde la caridad.
- Santo Tomás se pregunta si en los viatores, es decir, en los que aún están en camino en esta vida mortal, la caridad puede aumentar, si puede disminuir o perderse (artículos 4 a 12).
Santo Tomás responde que la Caridad puede aumentar, no por adición, sino en la medida en que se intensifica en el sujeto.
Artículo 5:
"Quien la recibe participa más y más de ella, o sea, está más actuado por ella y se encuentra más sometido".
- Santo Tomás se pregunta si son los actos de Caridad que hacemos los que aumentan la Caridad.
- Y responde que no debemos imaginar que todo acto de Caridad haga crecer la Caridad en nosotros, no funciona así. En primer lugar porque la Caridad es infundida por Dios, por el Espíritu Santo: y esto significa que es Dios quien aumenta la Caridad.
- ¿Qué hacen entonces los actos de caridad en el hombre?
- "Preparan al hombre para el crecimiento de la caridad": con estos actos podemos arar el terreno, regar, pero es Dios quien hace crecer.
En el artículo 9, santo Tomás presenta los tres grados de crecimiento de la caridad: PRINCIPIANTE, APROVECHADO Y PERFECTO.
"En primer lugar, la preocupación primordial del hombre debe ser apartarse del pecado y resistir a las concupiscencias que le mueven en sentido contrario al de la caridad. Es la ocupación de los principiantes, cuya caridad se debe nutrir y fomentar para que no se pierda. Después de ésta viene una segunda preocupación, que es trabajar principalmente para progresar en el bien. Esta preocupación es la propia de los aprovechados, que se esfuerzan principalmente en robustecer la caridad por el crecimiento. Llega, por fin, un tercer grado en el que la preocupación del hombre va encaminada principalmente a unirse con Dios y a gozar de Él. Es el grado de los perfectos, los cuales desean morir y estar con Cristo".
En este crecimiento de la Caridad, el hombre nunca está en grado de manera adecuada a amar a Dios por Sí mismo, es decir, en la medida que Él merece. Por otra parte, existe la posibilidad de una perfección en cuanto al sujeto que vive la caridad: la de la patria celestial, en la que el corazón del hombre está siempre en Dios y ya no hay nada que pueda separarlo de Él. Sin embargo, esta es la perfección de los beatos y no de los viatores.
En esta tierra, sin embargo, es posible una doble perfección:
1- La PERFECCIÓN de poner todo el esfuerzo en atender a Dios y a las cosas de Dios, reduciendo en lo posible el tiempo para atender otras cosas.
2- La PERFECCIÓN de poner habitualmente el corazón en Dios, de modo que el hombre llegue cada vez más a no pensar en nada contrario a Dios.
- Por último, Santo Tomás se pregunta si la Caridad puede disminuir o perderse.
- El aumento de la Caridad es obra de Dios, mientras que el hombre puede predisponerse para este aumento, que siempre se apoya en la Gracia. Decir que la Caridad puede disminuir es, por tanto, decir que Dios quiere que disminuya, y esto no puede suceder.
Sin embargo, el hombre puede alejarse de Dios por el pecado; pero este alejamiento no disminuye la caridad, sino que la quita por completo. Cada vez que hay una adhesión a los bienes creados que es contraria al orden querido por Dios, hay un pecado que rompe la Comunión con Dios y por tanto anula la Caridad.
- ¿Y el pecado venial? Ni destruye ni disminuye la Caridad, pero predispone a su pérdida, porque predispone al hombre al pecado mortal.