El “pacto verde” europeo acaba con la agricultura y amenaza el medio ambiente
Los drásticos recortes en pesticidas, la extensión de la agricultura ecológica y la reducción de las tierras cultivadas son medidas encaminadas a un “decrecimiento” que amenaza a toda la sociedad. Bruselas tiene que reabrir el diálogo con el mundo agrícola.
Continuación de la primera parte (haga clic aquí)
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Las visiones distorsionadas del ciudadano medio y la Unión Europea
Entre los ciudadanos europeos está más extendida que nunca la idea de que sólo la agricultura “natural” y no intensiva es la única verdaderamente sostenible desde el punto de vista medioambiental. Sin embargo, los datos científicos que obran en nuestro poder indican claramente que el medio ambiente se protege precisamente intensificando la agricultura con ayuda de tecnologías innovadoras y de “bajo impacto” basadas en la ciencia (genética animal y vegetal, técnicas de cultivo y mejora, etc.), mientras que los sistemas agrarios de baja eficiencia productiva generan impactos ambientales por unidad de producto mucho más elevados y generalmente insostenibles. Baste reflexionar, por ejemplo, sobre el hecho de que para obtener la misma cantidad de bienes con una agricultura extensiva que produce la mitad por unidad de superficie que la intensiva se necesita el doble de tierra, que hoy sólo puede obtenerse talando bosques y desbrozando praderas naturales con enorme daño para la biodiversidad. O reflexionar sobre el hecho de que para producir un litro de leche y llevarlo a la mesa del consumidor se emiten hoy 1,3 kg de CO2 equivalente si esta leche procede de la ganadería intensiva en grandes establos abiertos, mientras que se eleva a 3,7 kg de CO2 si la misma leche es producida por ganado de pastoreo. No escribimos esto tanto para demonizar a la ganadería de pastoreo (¡el pastor errante de Asia no es “malo” y el ganadero de leche de las montañas alpinas y de los Apeninos es un recurso para la conservación de la tierra!) como para estigmatizar la demonización sin sentido de la ganadería intensiva que se viene produciendo desde hace algún tiempo.
Desgraciadamente, recordar a la opinión pública los méritos de la ganadería intensiva basándose en la investigación científica y la innovación tecnológica es cada vez más difícil. Desde hace años prevalecen visiones grotescas y pseudocientíficas que, a través de los medios de comunicación, influyen en las ideas de la opinión pública y la política a nivel nacional y europeo. De estas visiones engañosas deriva también el planteamiento general de la UE del “pacto verde”, que en agricultura se concreta en las estrategias “de la granja a la mesa” (farm to fork), “biodiversidad” y “renaturalización”. A partir de dichas estrategias se están tomando forma varias medidas desconcertantes, entre las que podemos nombrar las siguientes:
1. La intención de reducir en un 50-60% la cantidad de productos fitosanitarios permitidos, basándose en un “algoritmo” rígido que no tiene en cuenta ningún aspecto racional y pone en peligro toda la protección fitosanitaria de los cultivos: si los cultivos no están protegidos de los insectos, hongos patógenos, bacterias, malas hierbas y otros enemigos, los productos obtenidos serán en muchos casos menos sanos (muchos hongos patógenos y bacterias son capaces de producir toxinas con efectos negativos para la salud) y en muchos casos tan escasos que su recolección no será rentable. Hay que recordar que el impacto de este enfoque “prohibicionista” es especialmente peligroso para la agricultura de los países mediterráneos (Italia, España, Grecia y Portugal), basada en cultivos (frutales, vid y hortícolas) que tienen importantes necesidades en materia de defensa fitosanitaria.
2. La intención de ampliar la agricultura ecológica del 9% al 30% de la superficie agrícola utilizada. Esto provocará caídas de rendimiento del 20-70% según los cultivos, lo que se traducirá en una explosión de las importaciones en un momento en que, a nivel mundial, la seguridad del abastecimiento alimentario y energético es una prioridad absoluta para los Estados que quieren mantener su soberanía. ¿Es posible que la guerra ruso-ucraniana no nos haya enseñado nada?
3. La decisión de “renaturalizar” vastos territorios donde la actividad agrícola ha tenido lugar durante miles de años, sin preguntarse qué va a resultar de ello en términos de defensa contra las inundaciones o en términos de defensa de la actividad agrícola contra las especies salvajes invasoras.
Todo ello en un contexto europeo marcado por una persistente desconfianza hacia las tecnologías innovadoras de mejora genética (OGM, NBT), cuyo rechazo preconcebido sitúa a los agricultores europeos en una posición de inferioridad cuantitativa y cualitativa frente a los competidores de otras zonas agrícolas del mundo.
En definitiva, el cahier de doléances de los agricultores está realmente lleno, tanto por el lado de los méritos no reconocidos como por el de las políticas de “decrecimiento” peligrosas no sólo para el sector agrícola, sino para la sociedad en su conjunto.
Pero, ¿será realmente útil esta protesta?
La protesta de los agricultores sólo será útil si ayuda a comprender una realidad que va mucho más allá de las “quejas” del momento porque afecta a toda la política europea. Y es que el ecologismo mal entendido que parece condicionar a las instituciones comunitarias (pero también a los gobiernos nacionales, bastante adormecidos) corre el riesgo de hacer daño a la economía, a la sociedad y, paradójicamente, incluso al medio ambiente. En particular, la política agrícola comunitaria parece orientarse hacia un dirigismo rígido que se parece cada vez más a una “kolkosización” subrepticia de la agricultura europea, por la que una “clase dirigente” alejada de la realidad e instalada en los “palacios” de Bruselas, los Ministerios o las comunidades autónomas querría imponer a los productores un asistencialismo asfixiante, hecho de subvenciones equivalentes a limosnas imponiendo normas operativas que resultan impracticables y absurdas de aplicar sobre el terreno.
Para acompañar la protesta con la propuesta, sería necesario iniciar hoy ese “diálogo estratégico” sobre agricultura al que la Presidenta von der Leyen se ha declarado finalmente dispuesta. Más aún, sería útil restablecer sobre nuevas bases esa “alianza” entre agricultura y sociedad en la que se basa la seguridad alimentaria, hoy expuesta a riesgos reales. Para ello, sin embargo, es indispensable una base cultural de la que quizás carecen actualmente tanto el mundo agrícola como los responsables políticos, y en la que las instituciones académicas tendrán que trabajar cada vez más por el interés general.
Fin/2
La UE declara la guerra a los agricultores y declara su ruina
El sector agrícola no sólo garantiza la seguridad alimentaria, sino que absorbe cuatro veces más dióxido de carbono del que emite, protegiendo así la tierra. Sin embargo, las instituciones europeas lo penalizan duramente en nombre de una ilusoria “salvación” climática.