San Juan de Ávila por Ermes Dovico

FRAGMENTO DEL EVANGELIO

El Inmaculado Hijo de la Inmaculada

Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios. (Jn 1, 34)

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios». (Jn 1, 29-34)

Al ser Jesús el Inmaculado Hijo de Dios no tiene necesidad de ser purificado del pecado. El bautismo en el Jordán le sirvió al Bautista para reconocer a Jesús. La inmersión de Jesús en el agua anticipa Su descenso en los sufrimientos humanos, compartidos en su Pasión hasta su muerte, vencida al tercer día al emerger de nuevo con la Resurrección Pascual. Recordemos siempre que sólo Aquel que viene del Cielo puede reconducirnos a esto.