Santa Cecilia por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Cuando la fe en Dios se convierte en un delito

Lo castigará con rigor. (Lc 12,46)

En ese tiempo, Jesús dijo a los apóstoles: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?». Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas? Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles. El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos. Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá». (Lc 12,39-48)


El criado infiel se comporta como si no tuviese que ser responsable ante Dios por sus decisiones. Es más, incluso sabiendo que está actuando mal, pega, es decir, persigue a los demás criados que, con el simple testimonio de su fe en Dios, están haciendo un reproche indirecto, e insoportable, a su conciencia. Esto ocurre también hoy, incluso en Estados que se autodenominan democráticos, con la aprobación de leyes que consideran delito ser fieles a la Ley de Dios. ¿Qué hacer? ¿Adaptarnos al mundo? No, los cristianos quieren obedecer a Dios más que a los hombres. Y es una decisión vencedora ya que los hombres pueden decidir, como mucho, nuestro destino terrenal, pero no el eterno: los tormentos de los fieles, de hecho, son temporales, mientras que los de los criados infieles serán eternos.