San José por Ermes Dovico
GRAN BRETAÑA

Clínicas de control de natalidad: 100 años de eugenesia y racismo

El 17 de marzo de 1921 Marie Stopes abrió la primera clínica de control de la natalidad en Londres. Se considera uno de los mayores éxitos humanitarios, pero en realidad es una obra de la Sociedad de Eugenesia que con la clínica pretendía evitar la reproducción de pobres y enfermos. Actualmente la influencia eugenésica en detrimento de las mujeres continúa bajo los lemas de “elección” y “libertad”.

Vida y bioética 18_03_2021 Italiano English

Hace exactamente cien años, el 17 de marzo de 1921, se abrió la primera clínica de planificación familiar de Gran Bretaña en el número 61 de Marlborough Road, Holloway, Londres. Las celebraciones oficiales del centenario señalan el acontecimiento como uno de los mayores logros humanitarios del último siglo. Pero, en realidad, el valor de este acontecimiento sólo puede entenderse si reconocemos y tenemos en cuenta el movimiento eugenésico que fue clave para la apertura de la primera Mother’s Clinic (éste era el nombre oficial). Abrir un capítulo de la historia británica tan vergonzoso como doloroso podría estropear las celebraciones, pero pondría sobre la mesa un debate ahora más necesario que nunca sobre qué influencia ha tenido la eugenesia en las prácticas actuales de control de la población.

El movimiento eugenésico cobró fuerza en Gran Bretaña a principios del siglo XX. Su misión era tomar el control de la natalidad y crear una raza superior mediante la procreación selectiva. La tasa de natalidad general de Gran Bretaña había disminuido desde 1876 y el problema para los eugenistas era que la reducción no se distribuía uniformemente entre todas las clases sociales. Los más pobres de Gran Bretaña eran los que más procreaban y esto implicaba un “deterioro nacional” de la raza, un desastre para las generaciones futuras y el Imperio Británico. Su solución fue corregir el desequilibrio eliminando a los pobres, los enfermos y los discapacitados. La introducción de la planificación familiar en 1921 sirvió para este propósito.

La eugenesia, que significa “nacer bien”, era considerada una ciencia respetable por la élite. El movimiento contó con algunos de los británicos más destacados e influyentes de la época. Entre ellos se encontraban: John Maynard Keynes, Lady Constance Lytton, Bertrand Russell, George Bernard Shaw, HG Wells, así como altos miembros de la clase política como Winston Churchill e influyentes profesionales de la medicina como Sir James Barr, antiguo presidente de la Asociación Médica Británica. Más tarde, Barr se convertiría en vicepresidente de la Sociedad para el Control Constructivo de la Natalidad y el Progreso Racial (“CBC”), la organización de apoyo de la Mother’s Clinic. Winston Churchill fue Primer Ministro del Reino Unido de 1940 a 1945 (durante la Segunda Guerra Mundial) y de nuevo de 1951 a 1955.

Una carta escrita por Winston Churchill en 1910 al Primer Ministro Henry Asquith da cuenta de cómo él y muchos miembros del movimiento eugenésico evaluaban el desequilibrio de la población en aquella época: “El crecimiento antinatural y acelerado de las clases de débiles mentales y dementes, combinado como está con una constante restricción de los sectores juiciosos, enérgicos y superiores de la población constituye un peligro nacional y racial que es imposible exagerar”.

En 1921 la Sociedad de Eugenesia ya había consolidado un impacto en la sociedad. El manifiesto de la CBC se dirigía a las personas consideradas no aptas para la paternidad. Decía: “En cuanto a la población actual: Digamos que, desgraciadamente, hay muchos hombres y mujeres a los que se les debería impedir por completo procrear hijos, debido a su mala salud individual o a la naturaleza enferma y degenerada de la descendencia que se puede esperar que produzcan. Estas consideraciones no se aplicarían a un mundo mejor y más sano”.

No es casualidad, pues, que la primera clínica de control de la natalidad, y las que se abrieron posteriormente, se concentraran en zonas pobres y desfavorecidas de Londres. La Mother’s Clinic, abierta y financiada por la doctora Marie Stopes y su segundo marido, Humphrey Roe –ambos miembros activos de la Sociedad de Eugenesia-, tenía como objetivo reducir la tasa de natalidad de las clases bajas. Irónicamente, la clínica estaba decorada en “(colores) acogedores azules y blancos, con un jarrón de flores frescas en el mostrador de recepción y un papel pintado que mostraba niños sonrientes” para tranquilizar a las mujeres que buscaban sus consejos y servicios [y dar a entender que no tenían nada en contra de las familias]. Un equipo de mujeres instruía sobre el control de la natalidad y ofrecía dispositivos anticonceptivos de forma gratuita a las mujeres pobres y de clase trabajadora. Para las que no se acogieron al servicio, Stopes hizo campaña para que las leyes las obligaran a esterilizarse obligatoriamente y, mientras tanto, presionó para que a las mujeres se les colocara el Gold Pin (un mecanismo intrauterino de oro) que induce el aborto.

Sin embargo, el primer intento de Gran Bretaña de imponer la procreación selectiva fue aprobado con éxito bajo la apariencia de los derechos de la mujer y la libertad reproductiva. Marie Stopes adquirió así méritos y se le atribuyó un papel importante en la historia feminista por liberar a las mujeres de la esclavitud sexual para que disfrutaran de una vida de igualdad sexual.

Incluso después de su muerte en 1958, la eugenesia de Marie Stopes siguió teniendo un impacto en la sociedad. En su nombre se han abierto más de 600 clínicas de Marie Stopes International en todo el mundo, y su sitio web presume de haber realizado 31 millones de abortos hasta la fecha. Pero, cuando las opiniones eugenésicas extremas de Stopes acabaron saliendo a la luz y su nombre se convirtió más en una vergüenza que en una ayuda, la organización abandonó su nombre en noviembre de 2020 y pasó a llamarse MSI Reproductive Choices. Pero las organizaciones provida dicen que MSI Reproductive Choices sigue los mismos principios eugenésicos que quería Marie Stopes, sea cual sea el nombre con el que decidan llamarse. Lo que comenzó como un experimento para controlar a los más pobres de Gran Bretaña, dicen, se ha extendido y desarrollado hasta convertirse en un control autoritario sobre los más pobres de todo el mundo.

Desde sus inicios, el movimiento eugenésico ha suscitado diversas críticas, las más feroces por parte de la Iglesia católica. Sin embargo, sólo cuando se asoció con la Alemania nazi y el Holocausto después de la Segunda Guerra Mundial, perdió la mayor parte de su influencia. Los abogados de los juicios de Nuremberg de 1945 a 1946 señalaron legítimamente que había poca diferencia entre los programas de eugenesia nazis y los programas vigentes en los países europeos y en América durante el mismo periodo. Y aunque las políticas eugenésicas se abandonaron en gran medida en las décadas siguientes, el pensamiento eugenésico sobrevivió haciéndose aceptable para un público moderno. Los eugenistas posteriores a 1945 descubrieron que, adaptando los objetivos y los mensajes a la nueva realidad, los métodos propugnados podían seguir siendo los mismos. Comenzaron eliminando la palabra eugenesia del uso común y sustituyéndola por terminología médica o eslóganes populares como “elección” y “libertad”.

Un buen ejemplo de esta estrategia sigue estando en Gran Bretaña. En 1989, viendo las ventajas de presentarse bajo una nueva apariencia, la Sociedad de Eugenesia pasó a llamarse The Galton Institute. Sin embargo, Francis Galton, así como posteriormente Marie Stopes, desempeñaron un papel fundamental en el lanzamiento del movimiento eugenésico en Gran Bretaña y Estados Unidos. También acuñó el término eugenesia. Pero el uso de su nombre permitió que el instituto continuara con su labor e influencia en el mundo académico.

Es un grave error del pensamiento contemporáneo, dicen los críticos, relegar la eugenesia al pasado, cuando los valores que la sustentan están perfectamente vivos. Como mínimo, la discriminación racial de la que han sido y son víctimas las mujeres como consecuencia de los programas de control de la población merece algo más que una tímida mención. Y hay otras preguntas incómodas que requieren respuestas, como la influencia que han tenido la eugenesia y las tecnologías de control de la natalidad en el tamaño, la composición y el bienestar de la sociedad, aunque eso signifique ahondar en un capítulo controvertido de la historia británica. Éstas son las cuestiones espinosas que deberían abordar estas celebraciones del centenario si quieren ser tratadas con respeto.