Cada cristiano es un misionero
Para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar. (Mc 3,14)
Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él. E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios: Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó. (Mc 3,13-19)
El cristianismo es inherentemente misionero desde los orígenes. Desde el inicio Jesús envía a los apóstoles a predicar el Evangelio. También hoy los cristianos están llamados a llevar el anuncio de la salvación por medio de Jesús a los bautizados y a los demás hombres, criaturas del Padre pero no bautizadas y, por tanto, aún no hijos de Dios y hermanos en la fe. Cada cristiano es misionero, y cada misionero debe anunciar la Palabra de Dios y no sus ideas.