Santo Tomás por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

No para todos

Ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio. (Lc 4,27)

Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es este el hijo de José?». Pero Jesús les dijo: «Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio». Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.(Lc 4,16-30)

A menudo nos quejamos a Dios porque no cumple nuestras oraciones, a pesar de que Jesús dice claramente en el evangelio que debemos volver a someternos a la voluntad de Dios incluso si otros han recibido más que nosotros, o simplemente si tienen lo que nosotros querríamos. De hecho, el Señor pone como ejemplo la curación de Naamán, el sirio. Habían otros leprosos, pero solo él obtuvo el milagro a través del profeta Eliseo. Y tú, ¿eres capaz de aceptar la voluntad de Dios y le agradeces lo que te ha dado, o solo sabes lamentarte del hecho de que Dios no ha cumplido todavía tu voluntad?