Santos Proto y Jacinto por Ermes Dovico
ESTADOS UNIDOS

Han asesinado a Charlie Kirk, el conservador que amaba el diálogo

El activista conservador Charlie Kirk ha sido asesinado durante un discurso en la Universidad de Utah Valley. Se desconoce la identidad del asesino, que le disparó con un rifle de precisión. Era uno de los principales animadores de los jóvenes republicanos, conocido por su pasión dialéctica: desafiaba a todos a vencerlo en los debates.

Internacional 11_09_2025

Han asesinado a Charlie Kirk. Mientras publicamos este artículo, su asesino sigue siendo desconocido y está en libertad. Activista republicano, fundador de Turning Point USA –uno de los principales movimientos de apoyo a Trump-, dedicado principalmente a los jóvenes de secundaria y universitarios, Charlie Kirk ha sido asesinado de un disparo en la garganta, realizado casi a doscientos metros del escenario desde el que estaba hablando, durante un evento en la Universidad de Utah Valley. Deja esposa y dos hijos y tenía solo 31 años, los últimos 13 dedicados a promover la causa del conservadurismo.

Turning Point USA fue fundada en 2012 por Kirk, entonces de 18 años, junto con el veterano activista del Tea Party Bill Montgomery. Las primeras causas promovidas por el movimiento eran las típicas de la moderna “revuelta del té”: menos impuestos, menos Estado, más libertad. Cuando Kirk tomó las riendas del movimiento y lo llevó a las universidades, su programa se volvió cada vez más conservador, promoviendo la libertad religiosa, la oposición al aborto (en cualquier circunstancia) y la memoria histórica de Estados Unidos contra cualquier revisionismo woke. Turning Point USA se había convertido en el punto de referencia para todos aquellos estudiantes que se oponían a la Teoría Crítica de la Raza, la teoría según la cual Estados Unidos es intrínsecamente racista y la lucha racial domina la historia exactamente igual que la lucha de clases en el marxismo clásico. Kirk tomaba el toro por los cuernos y atacaba sobre todo al marxismo, denunciando su difusión capilar en las academias estadounidenses.

Con la entrada de Trump en escena, en las elecciones de 2016, Turning Point USA se unió a su campaña. En la primera administración del presidente republicano, Kirk también formó parte de la Comisión 1776, que se oponía al Proyecto 1619 (revisionismo histórico antirracista, según el cual la llegada de los primeros esclavos de África marca el verdadero nacimiento de Estados Unidos). La Comisión 1776 se había fijado la tarea de preservar la memoria y los valores de la Revolución Americana, la vida, la libertad, la búsqueda de la felicidad y el excepcionalismo americano en contra de cualquier reinterpretación.

Los acontecimientos de 2020-21, los más divisivos de la historia, situaron a Kirk en primera línea contra las medidas pandémicas más represivas. Al cuestionar el distanciamiento social y oponerse tanto a la obligación de llevar mascarilla como a la de vacunarse (especialmente a las vacunas obligatorias para los estudiantes, que calificaba de “apartheid sanitario”), se ganó la infame etiqueta de “antivacunas”. Esto se sumó a la anterior etiqueta, igualmente deshonrosa, de “negacionista climático”, ya que se oponía a la revolución verde impulsada por Obama. La izquierda lo odió aún más por lo ocurrido el 6 de enero, cuando pagó una decena de autobuses para llevar a activistas a la manifestación Stop the Steal, que luego desembocó en el asalto al Capitolio. Por su parte, sin embargo, no hubo ninguna responsabilidad: los estudiantes conservadores que Kirk llevó a Washington no participaron en la manifestación más violenta. En su defensa ante las acusaciones del Comité sobre el 6 de enero, declaró que consideraba que la parte más violenta de los manifestantes no era representativa de la base de Stop the Steal. Y que, en cualquier caso, el asalto al legislativo no se podía considerar una “insurrección” y mucho menos un “golpe”.

En cualquier caso, a pesar de las críticas y las etiquetas que lo asocian a fenómenos violentos, Charlie Kirk no era violento. Al contrario, era un gran amante de la dialéctica. “Prove me wrong” (“demuéstrame que estoy equivocado”) era el formato de los debates universitarios, dispuesto a responder, con lógica y calma, incluso a los estudiantes (y profesores) más fanáticos. Una semana antes de que lo mataran había participado en un debate uno contra veinte: él contra veinte estudiantes liberales. No tenía miedo de contradecir tabúes e ideas dominantes. Desafiaba a las feministas afirmando que el aborto es un asesinato, siempre y en cualquier caso. Más recientemente, desafiaba a los pro Palestina defendiendo las razones de la defensa de Israel contra el terrorismo (aunque era aislacionista y contrario a la intervención en Irán, al igual que siempre se había opuesto al apoyo militar a Ucrania).

Kirk no temía a los fanáticos y tampoco a la confrontación. Pero ha sido asesinado a manos de un desconocido que ha preferido las balas a las palabras. El pasado abril fue el propio Kirk quien lanzó una advertencia sobre el aumento de la violencia política en la izquierda, con una publicación en X que ha vuelto a ser de extraordinaria actualidad. “La cultura del asesinato se está extendiendo en la izquierda. El 48% de los liberales cree que matar a Elon Musk está, al menos en parte, justificado. El 55% expresa la misma opinión con respecto a Donald Trump”. Y concluía observando: “Éste es el resultado natural de la cultura de protesta extendida en la izquierda: tolera la violencia y el caos desde hace años. La cobardía de los fiscales locales y los funcionarios escolares ha convertido a la izquierda en una bomba de relojería”.