Santo Tomás por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Demasiado centrados

Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. (Mc 7,15)

Se reunieron junto a él los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Y los fariseos y los escribas le preguntaron: «¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?». Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres». Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre». Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro». (Mc 7,1-8.14-15.21-23)

Los escribas y los fariseos se engañaban y pensaban que bastaba cumplir con actos de devoción para demostrar que estaban agradecidos a Dios. Demasiado centrados en la observación exterior de preceptos y tradiciones, no comprenden que todo esto no basta para salvar el alma. Primero hace falta abandonarse y fiarse de Jesús, agradeciéndole los dones que nos da cada día para después cumplir con alegría su voluntad. Vuelve a leer atentamente palabra por palabra los que dice Jesús en el evangelio de hoy con respecto a lo que sale del corazón de los hombres como propósitos de mal  y pregúntate si en la última semana has cometido esos pecados. Después, ve a tu confesor habitual y confiesa los pecados que has cometido.