San Galdino por Ermes Dovico

San Hilario de Poitiers

Ha sido llamado el Atanasio de Occidente porque, despreciando las persecuciones, san Hilario de Poitiers (hacia 310-367) consagró toda su vida religiosa a la defensa de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, enfrentándose al arrianismo, que negaba la divinidad del Hijo. Fue proclamado Doctor de la Iglesia en 1851 por Pío IX

Santo del día 13_01_2020 Italiano English

Ha sido llamado el Atanasio de Occidente porque, despreciando las persecuciones, al igual que hizo el gran obispo de Alejandría de Egipto, san Hilario de Poitiers (hacia 310-367) consagró toda su vida religiosa a la defensa de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, enfrentándose al arrianismo, que negaba la divinidad del Hijo, y que en esa época se difundía a gran velocidad debido al apoyo del emperador Constancio. El cristianismo fue, para Hilario, todo un descubrimiento. Nacido en una familia acomodada, probablemente pagana, se había formado estudiando retórica, se había casado y había tenido una hija. Su fe católica, como dejó escrito, surgió en él poco a poco, al darse cuenta de que las distintas filosofías no le ayudaban a encontrar el sentido del hombre y su fin último, que descubrió sólo leyendo la Biblia y, sobre todo, cuando llegó al prólogo del Evangelio de Juan, con la reflexión sobre el Verbo que se ha hecho carne y que «dio poder de ser hijos de Dios» a quienes creen en Él.

Recibió el bautismo alrededor del año 345 y, unos ochos años más tarde, fue nombrado obispo de Poitiers: la fama de pastor de almas y su predicación atrajo, entre otros, a san Martín de Tours, que se puso bajo su guía. Al tomar la defensa inmediata del Credo de Nicea (donde el arrianismo ya había sido declarado herético) y excomulgar a los obispos arrianos que habían condenado a Atanasio, los herejes se reunieron en el año 356 en Béziers, en lo que él definió «el sínodo de los falsos apóstoles», y pidieron al emperador que le exiliara, por lo que fue desterrado a Frigia.

En Oriente, al constatar lo difundida que estaba la herejía, se empeñó en escribir su tratado más conocido, De Trinitate, en el que elaboró una profunda síntesis teológica del misterio trinitario, partiendo del mandamiento de Cristo en los últimos versículos de Mateo («Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo») para, así, demostrar la consubstancialidad de las tres Personas de la Santísima Trinidad, que corroboró con ejemplos sacados de los Padres de la Iglesia y otras citas del Nuevo y Antiguo Testamento. Deteniéndose en el capítulo 8 de los Proverbios, un himno a la Sabiduría, es decir, a Cristo, explicó que los nombres divinos no son casuales y el Padre es tal en cuanto Padre del Hijo coeterno.

Al final fueron los mismos arrianos de Oriente, incapaces de rebatir la solidísima teología de Hilario, al que llamaron «sembrador de discordia y perturbador de Oriente», los que le pidieron a Constancio que le devolviera a Poitiers. Así, el santo volvió a su patria hacia el 360, donde fue acogido con gran triunfo por los fieles, y donde se reunió con él Martín, que fundó un monasterio en la cercana Ligugé y le ayudó a defender la ortodoxia. Al mismo tiempo, el sínodo de París adoptó la doctrina de Nicea y destituyó a los obispos arrianos, marcando un giro importante debido, en gran medida, a la firmeza y amabilidad de Hilario. Que demostró gran comprensión hacia los hermanos que, tras haber aceptado fórmulas de compromiso por ignorancia o miedo, reconocieron su error. La muerte de Constancio en el 361 fue otro golpe para el arrianismo, dado que varios obispos católicos que habían sido alejados de sus sedes volvieron a tomar posesión de ellas.

Hilario, proclamado Doctor de la Iglesia en 1851 por Pío IX, es también el primer autor cristiano latino del que se sabe que escribió himnos, compuestos para formar doctrinalmente a los fieles. Escribió un tratado sobre los Salmos, explicando que todo lo que se dice en ellos se «refiere a la venida de Nuestro Señor Jesucristo», nuestro camino hacia la salvación: «Mediante la relación con su carne, el acceso a Cristo está abierto a todos, a condición de que se despojen del hombre viejo y lo claven en su cruz; a condición de que abandonen las obras de antes y se conviertan para ser sepultados con Él en su Bautismo, en vista de la vida».

Para saber más:

De Trinitate, De mysteriis, De Synodis, Comentario al Evangelio de Mateo