Santa Inés de Montepulciano por Ermes Dovico

San Benito de Aniane

Se encuentra entre los protagonistas principales del Renacimiento carolingio, durante el cual defendió la ortodoxia y consiguió difundir en todo el Sacro Romano Imperio la Regla de san Benito de Nursia

Santo del día 12_02_2020 Italiano English

San Benito de Aniane (750–821 aprox.) se encuentra entre los protagonistas principales del Renacimiento carolingio, durante el cual defendió la ortodoxia y consiguió difundir en todo el Sacro Romano Imperio la Regla de san Benito de Nursia, integrada con algunas modestas aportaciones de otras reglas monásticas. Gracias a su santidad austera y a la confianza que le concedió, primero, Carlomagno (742-814) y más tarde su sucesor Ludovico Pío (778-840), este hombre de Dios ha tenido una notable influencia en la historia de la Iglesia.

Nació en el sur de Francia en una noble familia de origen visigodo. La educación del santo, al que los padres habían llamado Witiza, tuvo lugar en la corte de Pipino el Breve, donde sus compañeros eran los sobrinos del rey de los Francos. Pensando dedicarse a la carrera militar, en 773 participó en la expedición de Carlomagno contra los Longobardos en Italia. Pero durante la campaña un hecho le llevó a cambiar de vida: intentando salvar a su hermano corrió el riesgo de morir ahogado cerca de Pavía. Lo dejó todo y se hizo monje, entrando en la abadía de Saint-Seine, donde tomó el nombre religioso de Benito.

En sus primeros años en el monasterio inició el estudio de diferentes reglas monásticas, como las que dejaron a sus monjes san Basilio, san Benito, san Columbano, san Pacomio, etc. Este trabajo culminará en la redacción de una colección, el Codex regularum, con las 27 reglas que conocía. Otro escrito de gran importancia es la Concordia regularum, en la que comentó la Regla benedictina citando extractos de otras reglas para demostrar que la obra del santo de Nursia era la mejor síntesis de todas las antiguas tradiciones monásticas. Mientras tanto, con algunos discípulos había fundado una abadía en Aniane, en Linguadoc: ahí aplicó la regla de san Benito, integrándola en parte con la de san Columbano. Aniane se convirtió en poco tiempo en un gran centro espiritual y cultural y, bajo la guía de Benito, el monasterio llegó a contar más de 300 monjes.

Su reforma del monaquismo fue facilitada por el apoyo de la corte carolingia y de otros grandes hombres de Iglesia del tiempo, como el beato Alcuino di York (732-804), abad en el monasterio de Marmoutier (fundado por san Martín de Tours) y maestro de la Schola Palatina, uno de los lugares privilegiados del renacimiento cultural que inició Carlomagno. Renacimiento en el que la Iglesia y los monasterios benedictinos tuvieron un papel decisivo. Estos últimos obtuvieron un ulterior impulso alrededor de 816-817, cuando Ludovico el Pío convocó en Aquisgrán a todos los abades del Imperio para la promulgación del capitular monástico preparado por Benito: el documento estableció la observancia de la Regla benedictina en todas las abadías, consintiendo pequeñas adaptaciones en base al clima, y la conservación de algunas tradiciones. Fue una piedra miliar en la historia de la Orden benedictina y de todo el movimiento monástico europeo.

San Benito de Aniane se distinguió también en la lucha contra el adopcionismo, una herejía que negaba la eterna naturaleza divina de Cristo (con diferentes variantes a lo largo de los siglos) y que en la época se había difundido en la Francia occidental y en España, a causa de Elipando, obispo de Toledo, y de Félix de Urgell. El santo escribió tres tratados y muchas cartas confutando el adopcionismo. La herejía fue condenada por los concilios de Ratisbona en 792, Frankfurt en 794 y Aquisgrán en 799. Benito se dirigió incluso en misión a la Marca de España, región que coincidía con la franja de los Pirineos, y con su carisma y su gran competencia teológica consiguió reconducir a la ortodoxia a muchos clérigos y creyentes.