Jueves Santo por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Nuestra fortaleza

Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo. (Jn 6,51)

«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo». (Jn 6,44-51)


Cuando con fe y en la gracia de Dios recibimos el Cuerpo de Cristo, asumimos en nosotros también la fortaleza para poner en práctica la voluntad de Dios. Solo así podemos estarle agradecidos; y solo así podemos participar en la vida eterna desde ahora. Por tanto, tomémonos en serio el sacramento de la Confesión, para podernos acercar más frecuentemente a la Eucaristia como es debido, es decir, en gracia de Dios.