Viernes Santo por Ermes Dovico
EL ANÁLISIS

La revolución de Paglia: cómo se destruye la moral católica

Sobre la cuestión del aborto, no solo está el paso hacia adelante de Avvenire. En una entrevista con el diario estadounidense Crux, monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, niega la existencia de principios morales inderogables y acusa de instrumentalización política a quienes utilizan el derecho a la vida como criterio de voto. Se refiere a las elecciones estadounidenses, pero las declaraciones de Paglia son consistentes con un enfoque ya consolidado que distorsiona las bases fundamentales de la teología moral católica.

Ecclesia 01_09_2020 Italiano

Lo dicho por el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, en su muy reciente entrevista con Crux (aquí) corrompe el sentido de la teología moral católica con declaraciones impactantes. Sin embargo, antes de examinarlas, puede resultar útil hacer una premisa.

Frente al compromiso moral de votar en las elecciones políticas, lo primero que nos han enseñado a hacer es ver si en los programas de los partidos hay violaciones al derecho primario de la vida. Si estuviese escrito que tal partido admite el aborto o la eutanasia, ese partido no sería elegible para votar. Esto incluso si en ese mismo programa existiesen elementos buenos y compartibles. No se puede hacer el bien con el mal.

¿Dónde encontramos estas enseñanzas? En toda la teología moral católica tal y como se nos ha enseñado (hasta ahora). En particular, los encontramos en la Nota Doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2002: "La conciencia cristiana bien formada no permite que nadie favorezca, con su voto, la implementación de un programa político o de una ley en la que los contenidos fundamentales de la fe y la moral son subvertidos por la presentación de propuestas alternativas o contrarias a estos contenidos”.

Los católicos nunca deben aislar un elemento del contexto general de la Doctrina social de la Iglesia porque el bien común no se compone de un solo contenido, sin embargo, existen “principios morales que no permiten excepciones” y la responsabilidad hacia ellos se vuelve “más evidente y cargada de responsabilidad”. El derecho a la vida es ciertamente tal, dado que el feto no puede disfrutar de ningún otro derecho. El derecho a la vida tiene una prioridad fundamental, exige un respeto absoluto y, por tanto, es el primer criterio para evaluar el voto. Un partido que lo defiende quizás no sea votable por otras razones, pero un partido que lo niega nunca podrá ser votado por ningún motivo.

Esta ha sido hasta ahora la enseñanza de la teología moral católica. Ahora, en la entrevista con Crux, Monseñor Paglia niega todo esto y ofrece un cuadro contrario. Piensa que “instrumentalizar algún argumento con fines políticos o por pereza [en el propio] horizonte sea perjudicial”. Utilizar un tema ético por motivos políticos, como el de la defensa a la vida, es hacer ideología y explotar principios morales. Evidentemente, esto se dice tanto del político que pone en su programa la defensa de la vida humana contra el aborto estatal, como del votante que asume la defensa de la vida como principal criterio de voto. Ambos harían ideología, es decir, usarían el principio moral para sus propios intereses. El votante católico debe dejar fuera de la cabina de votación "los principios morales que no permiten excepciones", para que todos los partidos sean indiscriminadamente y moralmente votables.

El motivo señalado por monseñor Paglia es que los católicos deben comprometerse, junto a los otros hombres, en "una perspectiva de bioética global, que involucre todos los grandes temas que afectan a la vida, del individuo y de la familia humana"; por consiguiente, aislar un elemento de la defensa de la vida, como la cuestión del aborto, significa instrumentalizar la cuestión moral por razones ideológicas.

No está claro cómo se puede defender la vida en todas sus manifestaciones sin defenderla también en cada una de ellas, ni cómo se puede favorecer la vida en todas sus manifestaciones negando una prioridad ordinativa al momento inicial de la vida misma. Los valores a perseguir son ciertamente muchos, pero no son un todo indistinto, no son un "cúmulo" de valores, sino un orden de valores y todo orden necesita principios ordenadores. La vida es uno de éstos y, por lo tanto, no se puede poner al mismo nivel de otros.

Paglia, en cambio, ve el conjunto de valores morales como un todo indistinto, como una suma o una lista, y al proponer perseguirlos todos juntos, cae en la utopía, una que siempre es instrumental para los intereses partidistas. Al niño que en el vientre de su madre pide vivir, ¿cómo se le puede responder que debe ser paciente, porque los valores de la vida deben perseguirse todos juntos?

Muchos observadores dijeron que Paglia habló de esta manera en relación con las próximas elecciones estadounidenses, en apoyo a Biden y en contra de Trump. No tenemos ninguna dificultad en creerlo. Sin embargo, es necesario ver en estas declaraciones los pasos hacia un replanteamiento global de la teología moral católica. Las sorprendentes intervenciones de Paglia son en realidad coherentes entre sí, coherentes con el nuevo estatuto de la Pontificia Academia para la Vida, coherentes con la absorción / transfiguración del Instituto Juan Pablo II para el matrimonio y la familia, coherentes con la cancelación de la teología moral católica de la doctrina de los principios no negociables, en consonancia con muchas enseñanzas del Papa Francisco que no distingue dentro de los movimientos populares y los alienta a todos por igual, y que afirma no comprender ni siquiera el sentido de la expresión principios no negociables.

La renuncia a los llamados principios no negociables, entendidos como principios ordenadores de la moral natural, está produciendo (intencionadamente) consecuencias muy graves. Monseñor Paglia ciertamente lo sabe. Si hay algo que nunca se puede hacer, ni de parte del político ni de parte del votante, entonces se puede hacer cualquier cosa. Si todos los partidos pueden ser votados, entonces los partidos ganadores pueden hacerlo todo. Por tanto, será inevitable que el elector, en el momento de la votación, haga ese "balance de bienes" que la Veritatis splendor prohíbe. También será inevitable que los elegidos hagan lo mismo una vez que sean elegidos. Más que una nueva imagen de la moral católica, parece su destrucción.