Viernes Santo por Ermes Dovico
SILENCIO SOBRE LOS “OGROS”

La pedofilia está extendida en Europa, pero la investigación está estancada

Alemania, Gran Bretaña, Bélgica: en los últimos meses, se han producido cientos de arrestos por abusos contra miles de niños, pero los medios de comunicación guardan silencio o reducen todo a noticias “breves”. El miedo a investigar (a menos que se trate de la Iglesia) es antiguo, por lo que las pruebas desaparecen, mientras que los que hacen un buen trabajo son reemplazados y los juicios se detienen. Alemania ha tenido que reconocer la corrupción de la policía y las instituciones, pero si alguien es condenado la pena es mínima. ¿Por qué? Tal vez muchos estados se verían “sacudidos”, incluyendo Italia y España.

El pasado 16 de junio veintiséis personas han sido arrestadas por pedofilia en Gran Bretaña. Lo que la prensa menciona sólo de pasada (el caso no apareció en las primeras páginas de los principales periódicos) es que se trata de catorce hombres y doce mujeres de entre 20 y 69 años de edad y que las víctimas sufrieron entre 2008 y 2016 “física y emocionalmente”. El Inspector Jo Floyd ha declarado solamente que se trata de “una investigación compleja que involucra a varios jóvenes que han sufrido abuso físico y emocional... Entendemos que esta investigación causará preocupación en la comunidad local”. Las denuncias incluyen agresión sexual, incitación a los niños a realizar actos sexuales y a verlos, crueldad y violación de niños menores de trece años. La BBC sólo ha hablado de ello en un artículo breve. No hay nombres de sospechosos, ni información sobre cómo o dónde encontraban a los niños. Silencio total sobre el lugar del que provenían. Ningún periódico ha ido más allá de las cuatro líneas ofrecidas por la agencia de noticias.

El pasado 18 de junio de 2020, la BBC también dedicó unas líneas a la noticia de cinco arrestos en Derby y Bradford por abuso sexual infantil. También aquí explicaron solamente que la “Operación Stovewood” sigue a la publicación del Informe Jay, según el cual al menos 1.400 menores han sufrido abusos en Rotherham entre 2007 y 2013 (principalmente por pakistaníes, algo que la BBC no menciona). Nadie ha dejado “escapar” otros detalles. Sin embargo, sería muy importante para la prevención y el conocimiento de un fenómeno que debería indignar al mundo comprometido a justificar la violencia perpetrada en nombre de la lucha contra el racismo.

En la prensa alemana podemos observar la misma dinámica. Basta decir que a principios de mes once personas han sido arrestadas “conectadas a un círculo de abuso sexual que involucra a toda la nación”, se puede leer en dw.com. El periódico estadounidense New York Times ha dedicado once líneas al asunto a pesar de que estaban involucrados niños de edad preescolar, primero drogados y que luego sufrían abusos durante horas, y todo ello durante aproximadamente un año.

Estas abominaciones tuvieron lugar en una casa de Münster, a 125 kilómetros del camping de Lügde, donde cientos de niños fueron maltratados entre 2008 y 2018: en este segundo caso, el Tribunal de Distrito de Detmold condenó a dos hombres, Andreas V, (56 años) y Mario S. (34 años), a tan sólo trece años de prisión por haber cometido durante diez años miles de violaciones a casi cuarenta niños y niñas de 3 a 14 años de edad, grabándolo en vídeo. Se sabe poco sobre cómo se atrajo a los niños, también porque la investigación se ha bloqueado tras la desaparición en el cuartel de la policía de la maleta que contenía casi todas las pruebas y grabaciones de los abusos, mientras que dos policías están siendo investigados por encubrir al hombre (denunciado hace algún tiempo) y por haber contaminado la investigación. La policía alemana estaba convencida de que había una banda más amplia detrás de los pedófilos. El Ministro del Interior alemán, Herbert Reu, ha tenido que reconocer el “fracaso” por parte de la policía. Pero, ¿puede una excusa ser suficiente para bloquear un juicio así?

Inmediatamente después de este escándalo, la policía alemana descubrió una sala de chat de mil ochocientos pedófilos, con víctimas de entre doce meses y catorce años, muchas de ellas hijastras o hijos de los autores. Después de ocho arrestos en el otoño de 2019, Frank Hoever, director de la Oficina Estatal de Policía Criminal, dejó claro que: aún no era posible “estimar la amplitud el caso”. Uno de los culpables ya había sido interrogado meses antes y, aunque admitió ser un pedófilo, había sido puesto en libertad: las autoridades consideraron que la información era insuficiente para ejecutar una orden de detención. Desde entonces no hay novedades.

El periódico Spiegel ha informado que el año pasado, de las 2.500 investigaciones abiertas por abuso infantil, 557 habían sido suspendidas por falta de personal, dando a los sospechosos tiempo para destruir las pruebas, como también explica diario británico The Guardian.

Es difícil sorprenderse sabiendo que desde los años setenta hasta principios de los 2000 en Berlín, niños sin hogar o sin familia fueron puestos a sabiendas al cuidado de pedófilos por sugerencia del profesor universitario Helmut Kentler. Y también sabiendo que, como explica el periódico italiano Corriere della Sera, “la investigación de la Universidad de Hildesheim reveló la existencia de una ‘red que atravesaba las instituciones de enseñanza científica’”.

Pero la colisión de la delincuencia con la política y las instituciones no es sólo alemana: en una entrevista publicada por el diario británico Independent el pasado mes de marzo, Simon Bailey, jefe de la policía de protección de menores del Reino Unido, habló de 450 detenciones de pedófilos desde 2016, dejando claro que “el número creciente, la escala de la amenaza creciente, el número de niños maltratados está creciendo”, por lo que “deberíamos tener un debate público para tratar de hacer frente a la amenaza”. Pero tristemente, Bailey admitió, “políticamente es muy difícil”.

En abril, la policía belga, junto con la Europol, descubrió una red de pedófilos en 44 países, encontrando imágenes y filmaciones en las que las víctimas de atroces violaciones tenían entre unos meses y 13 años de edad. De los 99 sospechosos, 24 residen en Bélgica (todos menores de 40 años que trabajaban en el sector infantil o incluso eran padres de las víctimas). A pesar de la magnitud de las detenciones, la prensa no se hizo mucho eco de la noticia, mientras que los magistrados castigaron a los autores con algunos años de prisión, por lo que la ONG Child Focus acusó la “extrema suavidad” de las sentencias, que son “una bofetada a las víctimas” y que dan “una señal equivocada a los culpables y a la opinión pública”. Exactamente igual a lo sucedió hace unos días en Italia, donde una pareja abusó de los niños desde su nacimiento y ha sido acusada solamente a seis y nueve años de prisión.

Pero la tolerancia institucional no es reciente. Recordemos que en los años noventa la periodista del Corriere della Sera, Maria Grazia Cutuli, poco antes de ser asesinada en noviembre de 2001, escribió: “La investigación sobre los pedófilos belgas ha encallado. El juicio del hombre acusado de violar y matar a cuatro niñas pequeñas continúa haciendo aguas. Los investigadores han sido reemplazados, los testigos ‘inconvenientes’ desacreditados... El país está en shock. Están surgiendo conexiones internacionales. Escenarios oscuros donde se materializan pesadillas orgiásticas, sadismos insospechados, pero también otros intereses. Bélgica, sede de la Unión Europea, de la OTAN, de miles de multinacionales, descubre que detrás del asunto de la pedofilia podría haber una red criminal que socava al Estado de arriba a abajo. Cinco años después, ningún acusado está en el estrado... Un acusado incluso había llegado a admitir que había asistido ‘a clubes donde se celebraban orgías. Me encontré con ministros, magistrados, gente situada en esferas aún más altas’. Y aún así, continúa la  periodista, ‘al principio la investigación comenzó bien. Un celoso magistrado, Jean Marc Connerotte, fue capaz, en muy poco tiempo, de descubrir los cuatro asesinatos. Es trasladado en octubre de 1996... Comienza el hundimiento: el investigador Patrick De Baets y su ayudante Eimé Bille, después de escuchar a una decena de testigos son apartados y acusados de malversación de fondos (...) Régina Louf, testigo X1, ha empezado a hablar el año anterior... Reconoce haber participado en orgías con otros menores, que vio a niños obligados a realizar actos sexuales con perros, torturados, asesinados, pero ‘Régine ha sido declarada loca -dice el abogado- y nosotros los abogados también hemos pasado años defendiéndonos de las acusaciones’”.

Algo similar ha ocurrido también en Francia, pero Italia tampoco se queda atrás. Durante años, el sistema Forteto, a pesar de las denuncias sobre el abuso de los niños acogidos por la comunidad, ha seguido “funcionando” gracias al bloqueo continuo de las investigaciones y los encubrimientos, mientras que el establecimiento de una Comisión Parlamentaria de Investigación, de reciente creación, se ha aplazado indefinidamente. Durante la audiencia del 22 de junio, la fiscal Ornella Galeotti ha dado a conocer el lado oscuro: “Recuerdo el verano cuando he leído las cartas... He llorado a menudo en mi habitación cuando leía los actos relativos a estos niños enviados al Forteto... Me he sentido muy sola. Muchos colegas me han negado el saludo, me he convertido en el sujeto desviado del ambiente judicial florentino. He visto cosas que suceden en este juicio... Nunca había vivido este tipo de presión y ciertas actitudes”.