Santa Inés de Montepulciano por Ermes Dovico
POST MORALES / LA ENTREVISTA

La Iglesia: única garantía en el infierno boliviano

La Brújula Cotidiana entrevista al obispo de El Alto, Eugenio Scarpellini. La Iglesia boliviana protagonizó las negociaciones luego de la renuncia de Morales. “La oración mantuvo firme al pueblo. Fue increíble ver a la gente bloqueando las calles mientras rezaban juntos. El momento más difícil fue durante los enfrentamientos, después de la renuncia de Morales, cuando abrimos la Iglesia para hacer las autopsias de las víctimas: era el único lugar que daba garantías al pueblo”.

Internacional 15_07_2020 Italiano

“Estamos entrando en una etapa de confrontación política por el acercarse de las elecciones, aunque en una situación de emergencia en salud”. Estas son las palabras de monseñor Eugenio Scarpellini, obispo de la diócesis de El Alto, sufragánea de la archidiócesis de La Paz, durante la homilía del domingo 5 de julio. Bolivia se está preparando para las elecciones generales del próximo 6 de septiembre por decisión del Tribunal Supremo Electoral, mientras que el país está en jaque entre la pandemia de Covid-19 y la delicada situación política.

Lamentablemente, el lockdown impuesto desde el pasado 22 de marzo por la emergencia Coronavirus obligó a suspender las elecciones programadas para el 3 de mayo, luego de las protestas del 20 de octubre de 2019 que llevaron a la renuncia del ex presidente Evo Morales. Así, la senadora Jeanine Añez, que dirige el gobierno de transición para la organización de las nuevas elecciones, se encontró en medio de una grave pandemia que ha contagiado a más de 50.000 personas, incluso a sí misma, y que ha ocasionado la muerte de más de 1.500 personas, en un país que ya sufre una fuerte efervescencia social y política. La situación es tan incierta que la Fundación Católica Jubileo alertó que 1.8 millones de personas están en riesgo de sufrir hambre como resultado del bloqueo económico, es decir, el 15% de la población que ya se encontraba en pobreza extrema antes de la llegada del Covid-19.

En este contexto, la Iglesia boliviana ha tenido un rol muy activo: fue protagonista de las negociaciones que lograron la pacificación de Bolivia después de la renuncia de Evo Morales; y, a pesar de tener una posición crítica hacia el actual gobierno de Jeanine Añez, los Obispos continúan trabajando en busca de espacios de diálogo que puedan ayudar a resolver los problemas más urgentes de la población, que empeoraron después de la pandemia.

Para entender cómo se vive la transición en Bolivia, es fundamental el testimonio del obispo Eugenio Scarpellini. Su diócesis está ubicada en la ciudad en donde se produjeron los enfrentamientos más fuertes, inmediatamente después de la renuncia de Evo Morales, en noviembre de 2019. “Hemos visto surgir la violencia de parte de grupos pagados, grupos ya formados, para poner al país en crisis. En ese momento vivimos una lucha intestina, pueblo contra pueblo. Una parte quería democracia, la otra defendía el régimen con violencia”, aseguró, recordando los saqueos y la violencia que mantuvieron la ciudad en crisis durante aproximadamente quince días.

La pacificación de Bolivia fue posible gracias a la mediación de la Iglesia local (representada por mons. Scarpellini y por el Secretario General de la Conferencia Episcopal, mons. Aurelio Pesoa), de las Embajadas de los países de la Unión Europea, de la OEA y de las Naciones Unidas. Hoy los bolivianos “quieren caminar hacia una democracia efectiva y verdadera”, explicó el obispo de origen italiano (de Bérgamo), después de “un período de 14 años de imposiciones, de un gobierno prácticamente a estilo sindicalista, por lo tanto, de imposición”.

Mons. Scarpellini vive en Bolivia desde hace 32 años y no puede ocultar su preocupación por la situación actual de “tensa calma”. El boliviano “quería un compromiso de unidad para reconstruir el país y en cambio estamos viendo que hay división (en la oposición). Esto nos hace pensar una vez más en los intereses personales y del partido, por lo que la gente pide que los políticos sean capaces de desvestirse de todos estos intereses para pensar en el bien del país”.

¿Puede narrarnos qué sucedió en El Alto después de las elecciones de 2019?
Sucedió algo extraño. Los primeros veinte días del conflicto, desde que salió el primer anuncio de la posibilidad de un fraude electoral hasta que se encontraron pruebas, disfrutamos de una tranquilidad absoluta. ¿Por qué? Porque es una ciudad en donde la presencia del Movimiento al Socialismo de Evo Morales es muy fuerte, los líderes prácticamente tienen controlada la ciudad y dejaron a La Paz y a las otras ciudades todo el protagonismo. En el momento en el que Evo Morales renunció y abandonó el país, en el mismo momento se desencadenó la violencia también en El Alto. Grupos organizados comenzaron a circular por las calles amenazando con saquear los mercados, amenazando a la gente, dijeron que, si no salían a las calles para protestar, incendiarían sus casas y tiendas. La gente decidió salir a hacer barricadas, para no permitir el movimiento de estas personas. Estos grupos (militantes del MAS) prendieron fuego a un módulo policial, prendieron fuego a la casa de la alcaldesa y crearon un clima de extrema tensión. En ese momento de extrema violencia, el gobierno tuvo que ingresar a la ciudad a través de las Fuerzas Armadas para proteger la planta de refinación de gasolina y poder distribuirla en la ciudad. Entonces lograron sacar las cisternas, hasta que un grupo de asalto intentó incendiar la planta. En este punto, el peligro era enorme, si hubiera sido incendiada, habríamos tenido más de veinte mil muertos. El ejército se vio obligado a intervenir y en este enfrentamiento hubo once muertos y varios heridos, más de treinta. Este hecho de violencia extrema, que fue difundido como una violencia de parte del gobierno que se opone al MAS, en cambio para el gobierno fue una acción para defender una propiedad del Estado.

En la ciudad sucedió de todo, saqueos, violencia contra la policía, detuvieron y golpearon hasta la muerte a un policía. Esta situación paralizó la ciudad ... ¿Cuándo logramos superar este dramático momento? Cuando logramos obtener la nueva ley electoral a través del Parlamento. De hecho, un poco antes, cuando logramos escribir una ley para garantizar el respeto a la diversidad de pensamiento, a la libertad de prensa, para evitar la persecución política y garantizar un eventual salvoconducto para algunos dirigentes. Esta ley, junto con la promulgación de la ley electoral, encaminó el país hacia las elecciones y la pacificación.

¿Cuál fue el momento más difícil para su diócesis?
Cuando tuvimos que ayudar a las familias que resultaron heridas. Las autopsias de los cadáveres se hicieron dentro de la Iglesia, sobre los bancos de la Iglesia, porque nadie permitía que entraran los funcionarios del gobierno y la gente vio en la Iglesia una única garantía. Con la asistencia a los heridos, garantizando justicia a los familiares de los muertos, así poco a poco la situación se fue calmando.

¿Es posible que la violencia pueda desatarse nuevamente?
Creo que no, porque en este momento la gente está preocupada de que no haya dispersión en la votación, pues existe la preocupación de que pueda regresar la mayoría del Mas; es decir, la preocupación es cómo controlar el voto, cómo hacerlo transparente y que se respete la voluntad de la población. Si no hay hechos extraordinarios que puedan vislumbrar un fraude o manipulación, creo que podemos avanzar de manera más serena. Es por eso que estoy seguro de que no habrá más enfrentamientos.

En este período de fuerte convulsión social, las personas han redescubierto la fuerza en la fe para enfrentar la vida social en libertad y democracia. La oración mantuvo al pueblo boliviano firme, convencido en la búsqueda de la democracia, sintiendo que la lucha era correcta. En aquellos días resurgió una fe simple pero profunda en el pueblo. Fue increíble ver a la gente bloqueando las calles mientras rezaban juntos, no es común encontrar esto y lo hemos visto todos los días, en todas las calles de Bolivia.