San Fidel de Sigmaringa por Ermes Dovico
¿QUIÉN HA EMPEZADO LA GUERRA EN EE.UU.?

La agenda “pacificadora” de Biden sale a la luz: Prioridad al aborto

Salen a la luz las prioridades abortistas del candidato demócrata: así, mientras que algunos católicos se preocupan por justificar el voto a un partido radical, afirmando que Biden está abierto al diálogo necesario para llevar la paz a una América dividida, no entienden que la guerra nació con el aborto y el egoísmo normativo (tal y como explicó la Madre Teresa de Calcuta). Trump sólo ha decidido reaccionar al ataque, por lo cual el enemigo muestra ahora toda su violencia.

Vida y bioética 13_11_2020 Italiano English

Muchos católicos en Estados Unidos han votado a favor de Biden (las estimaciones hablan de un 49% contra un 50%) porque es católico practicante y creen que es preferible a un hombre que, según ellos, con sus muros y su incapacidad para dialogar ha contribuido a hacer de los Estados Unidos un territorio de perenne guerrilla civil.

El enfrentamiento entre republicanos y demócratas nunca ha sido tan acalorado. Y, de hecho, la culpa se le da a Trump. Mejor, por lo tanto, un miembro moderado de la izquierda que da la apariencia de saber dialogar con todas las partes, se lee en los editoriales y comentarios de algunos intelectuales católicos, que se hacen la ilusión de que los próximos años servirán para la paz social. Y además creen que para Biden la cuestión del aborto debería considerarse secundaria.

Lástima que no sea así: de hecho, Lifenews ha publicado un artículo del equipo de transición de Biden sobre sus prioridades. El documento es claro y revela que para el demócrata el aborto no es de ninguna manera un tema secundario sino, de hecho, una urgencia, sólo que a la inversa del presidente republicano.

He aquí algunos puntos del documento: revertir las acciones de Trump sobre el aborto y la atención a la salud reproductiva, incluyendo detener la Mexico City Policy, restablecer la financiación de Planned Parenthood (gigante multimillonario del aborto) y la cobertura de anticonceptivos en virtud de la Ley de Atención Asequible (ACA).

La Mexico City Policy, introducida por primera vez por el presidente Ronald Reagan, exige que las organizaciones no gubernamentales extranjeras no “realicen o promuevan activamente el aborto como método de planificación familiar”, pero hoy en día es aún más poderosa que antes, ya que Trump la había ampliado prohibiendo a las organizaciones extranjeras que reciben financiación federal para la salud mundial que promuevan o realicen abortos en el extranjero.

Sin embargo, aún peor es la voluntad de Biden de restaurar plenamente la ACA, debilitada por la administración republicana porque exigía a las instituciones, incluidas las religiosas, que pagaran a sus empleados y usuarios un seguro que proporcionara aborto y anticonceptivos (incluidas órdenes como las Hermanitas de los Pobres, cuyo apostolado es el cuidado de los últimos, anteriormente en disputa con el gobierno de Obama). Esto sería una enorme amenaza para las diferentes partes (hubo muchos juicios contra el gobierno) y para la libertad religiosa incluso de los hospitales, escuelas y universidades cristianas o empresas cuyos propietarios no quieren colaborar materialmente con el aborto.

Sin embargo, cuando se les recuerda a los católicos que han votado al candidato demócrata que, aunque Biden asista a la misa dominical, no respeta la moral natural que defiende la Iglesia, y ha tomado partido no sólo a favor del aborto (incluso hasta el noveno mes) sino incluso a favor del cambio de sexo de los niños o del llamado “matrimonio” homosexual (de modo que quienes no los reconocen son perseguidos por las leyes sobre la homofobia), se defienden respondiendo que aunque Trump no favoreció el aborto, ha perjudicado a los niños inmigrantes, separándolos de sus familias. No importa si la política de inmigración sirve para proteger no sólo el territorio nacional, sino también a los niños.

La National Review ha explicado bien lo que sucede cuando los inmigrantes, junto con los niños, cruzan ilegalmente el muro en la frontera con México (en cuya construcción participaron también los anteriores gobiernos democráticos): “La administración Trump no está cambiando las normas relativas a la separación de un adulto de un niño. La separación sólo se produce si los funcionarios descubren que el adulto afirma falsamente ser el padre del niño, o si representa una amenaza para el niño, o cuando está involucrado en un proceso penal”. De hecho, estos adultos a menudo suelen explotar a los niños que no son suyos o los utilizan para el tráfico de drogas. En estos casos, continúa el periódico, se separa a los niños durante unas horas de los adultos que los acompañan para interrogarlos, como siempre ocurre en todos los estados cuando un adulto, con un niño a su lado, se encuentra en estado de delincuencia.

Además del National Review, también el New York Times ha reconocido lo difusa que es esta práctica: “Algunos migrantes han admitido que traen a sus hijos consigo no sólo para alejarlos del peligro de ciertos países como América Central o África, sino porque piensan que eso empuja a las autoridades a liberarlos más rápidamente. Otros han admitido que pretendían ser padres de niños que no eran suyos, y los funcionarios han declarado que estos casos de fraude van en aumento".

Después de haber colocado en su verdadero lugar la retórica del “hipócrita Trump”, que defiende la santidad de la vida pero que golpea a los pequeños inmigrantes (y que es tan supuestamente racista que el voto de los afroamericanos e hispanos a favor de Trump ha crecido en comparación con el 2016), es necesario volver al tema del aborto para entender quién empezó realmente la guerra actual, si Trump o el pensamiento y la política liberal. Y es necesario hacerlo con las palabras de quien más ha consumido su existencia entre los últimos, no dando su dinero, sino su vida.

Santa Madre Teresa de Calcuta habló así en 1979 mientras recibía el Premio Nobel de la Paz: “Siento que el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque es una guerra directa –un asesinato directo- un asesinato cometido por la propia madre... Hoy en día el mayor medio, el mayor destructor de la paz es el aborto... Muchas personas están muy, muy preocupadas por los niños en la India, por los niños en África donde tantos mueren de desnutrición, hambre y demás, pero millones mueren deliberadamente por voluntad de la madre. Y eso es lo que es el gran destructor de la paz hoy en día. Porque, si una madre puede matar a su propio hijo, ¿qué me impide a mí matarte y a ti matarme a mí? Nada”.

La guerra en los Estados Unidos comenzó hace décadas, pero era invisible porque el enemigo, al tener el camino pavimentado por una oposición casi inexistente, podía actuar sin ser molestado. Así, mientras que más de 60 millones de niños son asesinados por su madre con la complicidad de la ley y la cultura, también las familias, la solidaridad y la gratuidad entre las personas se han ido perdiendo cada vez más.

Trump sólo ha tenido el mérito de reaccionar contra ellos (ver aquí y aquí) para no entregar el país por completo al enemigo del egoísmo progresista. Y al hacerlo, el enemigo ha tenido que salir a la luz, a diferencia de cuando podía ganar terreno sin tener que usar armas.

La guerra contra la paz social no era la intención de Trump, sino la de aquellos que han hecho del egoísmo abortivo una ley (y después también las uniones del mismo sexo y la posibilidad de adoptar, el cambio de sexo de los niños, la incapacidad de expresar opiniones contrarias a todo esto, etc.). Trump sólo ha decidido reconocer la guerra y finalmente tratarla como tal, respondiendo al fuego con fuego, sabiendo muy bien que la intención del enemigo de exaltar el diálogo sólo sirve para quitarle, mientras habla, hasta el último centímetro de posibilidad de poder vivir el bien, es decir, la libertad de declararlo sin leyes liberticidas hechas para cerrarte la boca.