Santa Inés de Montepulciano por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

El más allá

El que la pierda por mí, la encontrará. (Mt 16, 25)

Entonces dijo a los discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre en su reino». (Mt 16, 24-28)


Jesús nos pone en guardia sobre poner nuestros deseos terrenos por encima de los del más allá. El motivo es simple: al haber sido creados a imagen de Dios nunca conseguiremos satisfacer nuestra sed de felicidad, salvo con Él. Quien pone los deseos de Dios por encima de los suyos, dispuesto por este motivo a renunciar incluso a sus deseos legítimos, lo hace porque entiende lo mucho que el Padre lo ha amado a través del don del Hijo. Recordemos siempre que un amor como este es el único que puede dar sentido a la vida de cada uno, en la certeza de que la verdadera vida empieza después de las pruebas terrenas, es decir, en el más allá.