Jueves Santo por Ermes Dovico
ENTREVISTA UROSA

«El Beato Doctor Hernández, modelo para Venezuela»

Ha sido reconocido el milagro ocurrido gracias a la intercesión del venezolano José Gregorio Hernández, un profesor universitario conocido como el "médico de los pobres". Fue "un excelente investigador, un médico preciso y generoso, lleno de caridad", pero, sobre todo, explicó el cardenal Urosa Savino a la Brújula Cotidiana, "fue un hombre de Dios". Que iba a Misa todos los días y rezaba el Rosario. Su beatificación, programada en Caracas para el primer trimestre de 2021, es una gran gracia para un País en crisis y bajo la dictadura de Maduro.

Ecclesia 27_06_2020 Italiano

El pasado viernes 19 de junio Venezuela recibió con mucha alegría la tan esperada noticia de la decisión del Papa Francisco de autorizar la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández, uno de los hijos más célebres de la iglesia venezolana. La información se conoció a través de un comunicado oficial de la Santa Sede, que confirmó la noticia que ya circulaba en las redes sobre la aprobación del milagro de la niña Yaxury Solorzano. Expediente que había sido presentado el pasado el 18 de enero de 2019, ante la Congregación para la Causa de los Santos en Roma.

“Ese decreto indica que, con su intervención divina, Dios nuestro Señor ha rubricado las eximias virtudes y la grandeza humana y cristiana de ese gran venezolano, y abre las puertas para su inminente beatificación. ¡Todos los requisitos se han cumplido! ¡Bendito sea Dios!”, indicó el cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo emérito de Caracas.

Los venezolanos esperaron 71 años para recibir esta noticia, pues la causa para llevar a José Gregorio Hernández a los altares data de 1949; y en 1986, el papa Juan Pablo II lo declaró “venerable”. El cardenal Urosa Savino es parte de este logro, como vice postulador desde junio de 1984 y hasta mayo de 1990, y luego como principal responsable en su condición de arzobispo de Caracas desde noviembre de 2005 hasta julio de 2018.

Sin embargo, la felicidad no es completa y los venezolanos tendrán que seguir esperando. Un comunicado de la Arquidiócesis de Caracas informó que la ceremonia de beatificación del Dr. José Gregorio Hernández “se está planificando para el primer trimestre del 2021 en Caracas”. “Preparémonos, pues”, asintió el cardenal Urosa y aprovechó la ocasión para felicitar al Cardenal Baltazar Porras, hoy administrador apostólico de Caracas y arzobispo de Mérida; a Mons. Tulio Ramírez, vice postulador actual de la Causa; al Padre Gerardino Barracchini y a todos los que han colaborado con todo el largo proceso. 

En tanto, la Diócesis de Trujillo, de donde era oriundo el Dr. Hernández, se prepara para honrarle con un triduo de oración virtual y el 29 de junio el obispo diocesano acudirá al santuario de Isnotú para celebrar la Eucaristía a través de medios digitales. La tan anhelada noticia de la beatificación del “médico de los pobres” llegó en medio de la crisis más dramática de la historia de Venezuela: con un País en dictadura, sin servicios públicos, en catástrofe humanitaria, quiebre económico y, como si no bastase, en rígida cuarentena por decisión de Nicolas Maduro, que ha prohibido las actividades religiosas.

Cuando estamos próximos a conmemorar los 101 años del fallecimiento del “médico de los pobres” de Venezuela el próximo 29 de junio, la Brújula Cotidiana quiso conocer las impresiones del cardenal Jorge Urosa Savino ante tan importante evento para el pueblo venezolano.

Gran cantidad de venezolanos le atribuyen numerosas sanaciones milagrosas. Son incontables los testimonios, en donde me incluyo en primera persona, pues de niña me recuperé sin secuelas de un grave accidente y mi familia dice que fue por su intercesión. Pero, ¿qué dice la iglesia?, ¿por qué lo lleva a los altares?
La respuesta la dio la misma Iglesia hace ya más de 34 años. En efecto, el 16 de enero de 1986 el Papa San Juan Pablo II proclamó que José Gregorio había practicado las virtudes en grado heroico. Es decir, que fue un hombre muy virtuoso, y que practicó con excelencia tanto las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, como las cardinales de prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Fue modelo de excelente conducta profesional y cívica. ¡Que vivió una vida santa, pues!  Y que podía ser presentado como verdadero ejemplo y modelo de vida cristiana. ¡Por eso será beatificado!

¿Y los milagros?
El milagro por otra parte, es como un sello divino a lo que la Iglesia, a través del largo proceso de estudio de la vida y obras de una persona, va señalando con respecto a su conducta, a su actuación en la vida y, sobre todo, con respecto a su unión con Dios y su amor al prójimo.  Sin esas virtudes, sin esa convicción eclesial, lograda a través de serios estudios y el sentir del pueblo fiel, no es posible llegar a la beatificación.

Como buen conocedor de la Causa, ¿cómo describiría al Dr. José Gregorio Hernández?
El Dr. José Gregorio Hernández fue un extraordinario profesional de la medicina. Se le conoce como el médico de los pobres, investigador científico y profesor universitario. Un ciudadano cabal y ejemplar en la práctica de las virtudes cívicas de honestidad, patriotismo, responsabilidad social, servicio a la comunidad, ejemplo de conducta familiar. Todo eso es muy importante.

Pero, hay un aspecto que yo quiero destacar, el religioso. Pues, aunque está presente siempre, no es suficientemente tomado en cuenta y es el punto indispensable para su beatificación: José Gregorio fue un hombre de una intensa vida religiosa, espiritual, y de práctica constante de virtudes teologales de fe, esperanza y caridad.

Háblenos más sobre este aspecto…
Él fue realmente un hombre de Dios. Vivió permanentemente unido a Dios a través de una fe viva, profunda y ardiente, que lo movió siempre a hacer el bien. Que tuvo una esperanza en Dios muy firme en medio de las dificultades; que expresó su amor a Nuestro Señor a través de una vida de intensa piedad religiosa y en el amor al prójimo. El Dr. José Gregorio era un hombre de Misa diaria, de oración personal, muy devoto de la Santísima Virgen María, a la que alababa con el rezo diario del Santo Rosario. Una persona que vivía siempre pensando en Dios, mientras realizaba a la perfección las tareas propias de su profesión médica y los deberes de sus compromisos académicos.

Su conducta se puede catalogar de vivencia heroica de las virtudes precisamente porque vivió intensamente unido a Dios. Esto es importante que lo destaquemos, pues muchas veces nos quedamos en señalar el exacto cumplimiento de sus tareas profesionales y sus deberes cívicos, y no destacamos suficientemente lo que constituye la esencia de la santidad: la viva unión con Dios, el seguir e imitar a Jesucristo intensamente en el cumplimiento de la divina voluntad. Sin duda fue un ciudadano ejemplar, un gran profesor, excelente investigador, médico certero y generoso, lleno de caridad. Pero también mucho más que eso: un hombre de Dios.