Viernes Santo por Ermes Dovico
LA LOBBY GAY AVANZA

Aquí el índice LGBT de las iglesias (de la mano de Soros)

Se ha publicado el primer “Índice arcoíris de las iglesias en Europa”, que clasifica a 46 iglesias de 32 países en función de su grado de “inclusión” LGBT. En el campo católico, la más gay friendly resulta Alemania, quinta la Iglesia italiana (decimoséptima del total). La iniciativa es del llamado “Foro Europeo de Grupos Cristianos LGBT”, que cuenta con el apoyo explícito de la Open Society de George Soros y tiene como objetivo someter a la Iglesia Católica y otras denominaciones cristianas a los deseos de la ideología gay. A continuación, cuáles...

Libertad religiosa 03_06_2021 Italiano English

Hacer capitular a los Estados no es suficiente, al contrario: para que la capitulación sea total es necesario que las iglesias también se rindan al espíritu del mundo. En primer lugar, agregamos, la Iglesia Católica. Esto explica la publicación del “Índice arcoíris de las iglesias en Europa en 2020”. El informe, que consta de 210 páginas, está fechado el 18 de abril de 2021 y atribuye una calificación de aprobación LGBT a 46 iglesias en 32 países, algunos examinados para múltiples confesiones (católica, ortodoxa, protestante) o incluso denominaciones menores. El objetivo declarado es fomentar la adaptación de las iglesias al deseado LGBT.

El documento surge de una iniciativa del “Foro Europeo de Grupos Cristianos LGBT” - organización adherida a Ilga (la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex) - y cuenta con el apoyo del Ministerio de Educación holandés, el Council for World Mission y la infaltable Open Society de George Soros. Para redactarlo, el mencionado Forum contó con la participación de investigadores de la Universidad Teológica Protestante de Amsterdam.

En la introducción se llega a afirmar que en el último medio siglo, junto con el afianzamiento de los derechos de los homosexuales, “Europa ha sido testigo de muchos casos de mayor hostilidad hacia las personas LGBTI, incluida una persecución flagrante”. Se han desarrollado “las llamadas 'guerras culturales'” y “la religión juega un papel en todo esto. La homofobia violenta se puede asociar con casi cualquier interpretación fundamentalista o tradicionalista de la religión en el mundo”. Cualquiera que crea que se necesita un proyecto de ley Zan debe tomar nota de esta idea de “homofobia”, que golpea ante todo contra las Sagradas Escrituras y la Sagrada Tradición.

El informe se basa en 47 indicadores medidos a través de un cuestionario respondido por coinvestigadores presentes en los distintos países involucrados. Está hecho siguiendo el modelo de Ilga, pero enfatizando más la dimensión de “inclusividad” en el ámbito eclesial. “Como teólogos que buscan la inclusión”, dice el informe, “partimos del argumento de que la práctica de la hospitalidad radical y los comensales de Jesús establece la regla para las iglesias sobre la diversidad, la igualdad y la afirmación de personas de todas las orientaciones sexuales e identidades de género”. Ya es visible aquí el error de fondo de todo el documento, que no tiene en cuenta la distinción cristiana entre pecador y pecado: el primero para ser tratado con caridad y para orientar hacia la conversión, y el segundo para ser condenado. Para recordarnos que, entre los pecados graves, están incluidos los actos homosexuales están las palabras del mismo Jesús, quien usa a Sodoma como vara de medir para expresar la -aún más grave- culpa de las ciudades que no se convirtieron a pesar de los muchos milagros realizados allí durante su vida pública (cf. Mateo 11,20-24; Lucas 10,10-15).

Entre los 47 indicadores incluyen:

- “La Biblia no se utiliza como una herramienta normativa para definir los roles de género, y no se interpreta como una condena a las personas LGBTI o sus deseos vividos, sexualidad e identidad”;

- “La iglesia oficia ‘matrimonios entre personas del mismo sexo’ y/o celebra una ceremonia de bendición…”;

- “Las personas transgéneros reciben una bendición especial cuando presentan su nuevo nombre y/o identidad en la iglesia”;

- “Las mujeres [cis-heterosexuales] y las personas reconocidamente LGBTI son admitidas en los seminarios…”;

- “La iglesia apoya la adopción y educación de niños de parte de parejas LGBTI”;

- “El lenguaje utilizado por los líderes de la iglesia es inclusivo y afirmativo hacia las personas LGBTI”;

- “Las cuestiones de género y la sexualidad se tematizan en el culto público...”;

- “Respecto a las experiencias y temáticas LGBTI, la iglesia se ha disculpado públicamente y ha pedido perdón...”;

- “La iglesia ha hecho declaraciones públicas sobre la educación de la diversidad en las escuelas públicas...”.

Puntos de “inclusividad”, casualmente unidireccionales, incluso para las iglesias que no apoyan a los grupos profamilia y que, en cambio, apoyan a los grupos LGBT. Los mismos, estos últimos, que atacan al Magisterio y contra los que advirtió Joseph Ratzinger en su profética Carta de 1986.

Cada indicador prevé la asignación de una puntuación (0, 0.5, 1) en función del grado de inclusión estimado. A la cabeza de este (indeseable) ranking por parte de las iglesias se encuentra la radical Metropolitan Community Church de Finlandia, una realidad poco representativa (nacida en EE. UU. en 1968), cuya mayoría de miembros se declara LGBT: su puntuación es de 45.5 sobre 47, con un porcentaje de inclusividad de casi el 97%. Inmediatamente detrás la Iglesia más grande de Suecia, luterana, con seis millones de seguidores y un 88% de inclusión. La Iglesia Anglicana (Reino Unido) ocupa la novena posición (56% de inclusividad), mientras que un escalón más abajo se sitúa la primera realidad católica de la lista: la Iglesia alemana, con 25 puntos sobre 47 (53%), que obtiene el máximo (un punto) por su teología, la participación “inclusiva” en la Eucaristía, el uso de LGBT declarados para tareas no pastorales y en cualquier otro lugar en donde la Iglesia ofrece servicios a la sociedad, el apoyo a las adopciones de parejas homosexuales, etc. Sin embargo, cero puntos por bendiciones para las parejas homosexuales, pero se recuerda que la relación es anterior a los eventos de mayo.

En el ámbito católico, después de Alemania, vienen Malta (46% de inclusividad), Austria (44%), Francia (40%) y, en quinto lugar, la Iglesia italiana (decimoséptima en general), con 17.5 puntos sobre 47 (37%) e inmediatamente por delante de Suiza (36%) y Bélgica (34%). Por último, pero no menos importante, tanto en el ámbito católico como en general, la Iglesia polaca aparece con solo un punto sobre 47 (2%). A nivel de las iglesias ortodoxas, se considera que la más inclusiva es la de Finlandia (32%) y la menos la Iglesia rusa (5%).

Obviamente, las puntuaciones tienen su propio grado de arbitrariedad y, a veces, no reflejan las posiciones públicas en las iglesias locales individuales. Al respecto, el informe señala que los coinvestigadores, al emitir su juicio sobre las realidades nacionales, tuvieron en cuenta las diferencias entre las distintas diócesis y dentro de ellas; además, se enfatiza la divergencia a menudo marcada (pobre de nosotros) entre doctrina y pastoral, ya que sucede que a nivel local la dimensión de las prácticas “no dichas” y las prácticas concretas van en contra de la enseñanza oficial.

Comparando los datos en los dos niveles, religioso y estatal, hay que decir que en varios casos el índice arcoíris de las iglesias es consistente con las puntuaciones asignadas por Ilga a las políticas de Estado o con las encuestas del Eurobarómetro sobre la opinión de los ciudadanos. Por otro lado, llama la atención la situación en España, una de las más “inclusivas” para Ilga y el Eurobarómetro, pero con la Iglesia católica local que marca un índice entre los más bajos (5 puntos sobre 47, menos del 11%). También en tierra ibérica, por supuesto, existen importantes diferencias entre los obispos sobre los temas que aborda el informe, que subraya el papel de monseñor Reig Pla (Alcalá de Henares) y del cardenal Cañizares Llovera (Valencia), 'culpables' de ser entre los más combativos al exponer las mentiras de la ideología LGBT, que daña a las mismas personas a las que dice proteger. Muchos “ex gays y trans” que han descubierto el amor liberador de Jesús también dan testimonio de ello.

Al final de la sección dedicada a la Iglesia Católica, el informe destaca 11 razones para creer en nuevos desarrollos gay-friendly: partiendo del punto 1, es decir, “las palabras y los actos inspiradores del Papa Francisco” - de los que el documento había antes recordado los “mensajes mixtos” en defensa de la familia natural y cuestiones LGBT -, hasta el punto 11, que es “la importancia de la libertad de conciencia personal”. La conciencia se entiende aquí de manera subjetiva e individualista, por tanto, en un sentido alejado de la recta conciencia que se adhiere a la ley escrita por Dios dentro del corazón de cada hombre. Una ley eterna que, como dice el salmista, “convierte el alma” (Salmos 19, 7). Por mucho que Soros y otros supuestos filántropos lo intenten, no lograrán cambiarla.